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domingo, 16 de febrero de 2025

Islas y mares interiores de Francia en el Corto Maltés.

Hola navegantes.

El próximo verano vamos a intentar recorrer con el Corto  Maltés las islas y mares interiores del Mediterráneo francés. Un viaje que tuvimos que posponer el verano pasado debido a nuestro cambio de atraque en Santander:

 

 La idea es llegar al Mediterráneo por el Canal de Midi escapando de las payasadas de las orcas (ya os dije que no volvería a Galicia mientras ese tema no se resolviera) y una vez allí ir saltando de isla en isla, tocando lo menos posible el Continente para conocerlas bien. ¡Uf!. En algunas hemos recalado en navegaciones anteriores, pero esta vez son ellas el principal objetivo, deteniéndonos dos o tres días en cada una para conocerlas mejor. Por lo menos son estas 13 islas, además de otras en las que no estamos seguros de poder desembarcar:

  1. Brescou.
  2. Pomègues.
  3. Ratonneau.
  4. If.
  5. Riou.
  6. Île Verte.
  7. Bendor.
  8. Embiez.
  9. Porquerolles.
  10. Port-Cros.
  11. Levant.
  12. Santa Margarita.
  13. San Honorato.

 El afán de los navegantes españoles por ir a Las Baleares siempre me ha resultado más difícil de entender que el Limbo de los Patriarcas. Ir a unas islas deterioradas y abarrotadas por el turismo en verano, con problemas o imposibilidad legal para despachar el barco a la zona 3, y con unos precios desorbitados, mientras ignoran estas islitas francesas que te dejan sin habla, unas joyas del Mediterráneo que son más accesibles (se puede ir despachado a zona 4) menos masificadas, mucho más baratas y mucho más bonitas.

Simultáneamente exploraremos los tres mares interiores navegables que tiene Francia en el Mediterráneo:

  1. El Étang de Leucate: 13 x 5 km, con una isla dentro, la Isla de los Pájaros, y un islote arenoso, la Isla de la Rascasse, supongo que muy parecido al islote Areoso de la Ría de Arosa.
  2. El Étang  de Thau: 17 x 4 km, lleno de cultivos de ostras, teniendo que navegar entre ellos.
  3. Y el Étang de Berre: 20 x 15 km, comunicado con Marsella por un túnel que  ya se derrumbó.

Como comparación, la bahía de Santander tiene 7 x 3 km y nuestro Mar Menor 20 x 9 km. De ellos sólo conocemos el Ètang de Thau, de cuando volvimos de la Isla de Elba recorriendo esa parte de Francia por el canal del Rhone a Sète, paralelo a la costa del Mediterráneo, y nos encantó (clic aquí). El Étang  de Thau comunica con el Canal de Midi además de con el Mar Mediterráneo, y puede servirnos de vía alternativa en el camino de vuelta.


Estos tres mares interiores son de poco calado (entre 1 y 7 metros) y por lo tanto sólo accesibles con veleros pequeños o de orza abatible, y aprovecharemos la pequeñez del Corto Maltés para explorarlos hasta los últimos rincones. Hay algunos otros mares interiores en esa costa, pero con tan poco calado que sólo se pueden recorrer en piragua. Los vimos al volver de la Isla de Elba, pero con el Corto Maltés no pudimos pasar de su entrada.

 El viaje será de ida y vuelta (unas 2.000 millas en total) y fruto de las circunstancias y del azar iremos deteniéndonos en una u otra isla, y recorriendo uno u otro mar interior, dejando para la vuelta los que hayamos pasado de largo a la ida.

 Seguramente salgamos a finales de mayo para estar de vuelta a mediados de agosto, para aprovechar los días más largos, y como siempre utilizando como unidad de tiempo el lapso, no la hora, el día, ni la semana, e intentando disfrutar del recorrido más que de la meta. Nuestra forma de navegar. Además en la vuelta por el Canal de Midi tendremos una novedad importante que ya os contaré, y que le dará un plus emocionante. Ya estoy oyendo el tac-tac del corazón.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 10 de febrero de 2025

Semana contra el cáncer infantil.

Hola navegantes. 

 El próximo 15 de febrero es el Día Internacional contra el cáncer infantil, y con ese motivo durante esta semana se van a realizar distintas actividades.

 En Cantabria desarrollamos durante 17 años (entre 2003 y 2019) una actividad de vela con niños con cáncer en la que médicos, enfermeras y capitanes voluntarios les enseñábamos a navegar a vela. El principal objetivo era ayudarles a distraerse de su problema con una actividad en plena naturaleza, y contribuir a su recuperación psicosocial. En aquellos años
participaron en Cantabria 118 niños, 58 barcos, 68 médicos y enfermeras, y se realizaron 261 navegaciones, pero como la actividad luego se extendió a otras Comunidades Autónomas fueron muchísimos más. Fruto de aquellas experiencias surgieron tres libros:

 "Carpe diem. Vela solidaria en Santander". En este explico el desarrollo práctico de la actividad en la bahía de Santander, sus  motivaciones y sus resultados en términos de salud.

"La sonrisa de Mikel. Dibupoemas de supervivencia".  Es un libro de poemas y sus dibupoemas, inspirados en el sufrimiento de esos niños y en la ilusión de su recuperación. El dibupoema es una composición en la que, además de la rima y el ritmo propios de una poesía, las letras y las frases se retuercen para formar un dibujo.

"Dibucartas al grumetillo". Es un libro para niños en el que uno de nuestros grumetillos, que tuvo una leucemia con 8 años, intenta explicar lo que es la enfermedad. Se la imagina como una guerra entre los buenos y los malos dentro de su cuerpo, y está ilustrado con las dibucartas que le escribía yo durante sus ingresos y que él leía cuando la noche se le desenrollaba alrededor como una manta. Por suerte aquel niño rubio con el pelo rebelde al peine se curó, y ahora viene abriendo fuego en su profesión.

 Una parte o la totalidad de lo recaudado con estos libros se dedica a la lucha contra en cáncer infantil.  En 2022 se dedicó a contribuir al tratamiento en España de los niños ucranianos con cáncer que no podían ser tratados en Ucrania, al ser bombardeados los hospitales.

Clic aquí. 

 Que un niño tenga cáncer es algo incomprensible, una maldición peor que la bíblica de Cam cuando Noé, borracho perdido, fue visto desnudo por su hijo Cam y se vengó condenando a la esclavitud al hijo de éste, Canaán, o sea su nieto, que ni siquiera pasó por allí. Uno de esos pasajes de la biblia en que paga un inocente, los que nunca se leen en misa por pura vergüenza, pero allí están escritos. Si queréis vosotros también luchar contra esta maldición de los tiempos modernos, el cáncer infantil, durante esta semana a los que me pidáis uno de los libros os regalaré otro, y como siempre dedicados con una dibucarta. Podéis pedírmelos en el correo alvarogaledo@gmail.com

  Con cuidado, navegantes.

lunes, 3 de febrero de 2025

Transmitir una pasión.

Hola navegantes. 

 En otra entrada os conté la historia de Christian Marty, el francés que cruzó el Atlántico en windsurf en 1981:

Clic aquí

 Pues a su llegada a Kourou, en la Guyana francesa, le estaba esperando un  niño de 13 años, Olivier Defranc, que incluso acompañó a Christian en los últimos kilómetros de su travesía. A partir de entonces hizo del windsurf su afición y fue miembro del equipo francés de windsurf entre 1985 y 1991. Pero toda su vida estuvo soñando con alcanzar su Santo Grial, repetir la hazaña de Christian. Y ahora, 43 años más tarde, lo ha conseguido.

Salió el 10 de diciembre de Senegal para repetir el mismo recorrido hasta Kourou. Como Christian, Olivier contó con un equipo de apoyo en un catamarán que le llevaba alimentos y el equipo necesario para dormir en su tabla, utilizando un tubo de estabilidad y un toldo para protegerse de las salpicaduras, así como las velas de repuesto y otros recambios. 

Las condiciones fueron extremas, y la falta de descanso se convirtió en un gran obstáculo. “Después de siete días con muy poco sueño, estaba agotado. Mi físico me preocupaba: tendinitis, ampollas, calambres, dolores de espalda… Me dolía todo”, confesó Olivier, que ya cuenta con 55 años. Había dormido una hora en tres días, el ácido láctico le quemaba los músculos, y por prescripción del médico que le acompañaba en el catamarán los días peores pasó a dormir en el barco, eso sí, con las velas arriadas para no avanzar en el catamarán durante la noche. 

Como Olivier no es rico como Salomón, su proyecto requirió enormes sacrificios personales. Tras décadas de preparación hizo un primer intento en 1992, que resultó fallido (después de 3 años de preparación física y mental) debido a la falta de patrocinio. El propio Christian Marty le había ayudado a buscar sponsors, pero sin éxito. Así que finalmente, y con el acuerdo de su  mujer y de su hijo, decidió vender su casa para financiar el desafío. En sus propias palabras, "hay que vivir tus sueños; el dinero no es lo importante". Y no sólo lo logró, sino que mejoró el récord de Christian: llegó a Kourou  el 5 de enero tras 27 días de mar, cuando Christian había necesitado  37. 

La llegada a Kourou estuvo cargada de emoción, no sólo por los familiares y amigos que le esperaban y por la satisfacción de conseguir tal proeza. Es que también estaba esperándole Jerome Marty, hijo de Christian Marty, homenajeando entre los dos a su padre, que como os conté era piloto de avión y falleció en un accidente del Concorde en julio del año 2000. En la foto, con Jerome:

Con cuidado, navegantes.