(largas travesías en un modesto velero de 6 metros, y otras menudencias).
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miércoles, 25 de septiembre de 2024
POSTDATA.
lunes, 23 de septiembre de 2024
Las cinco razones del éxito.
Hola navegantes.
A veces me preguntan la razón de que me salgan bien las navegaciones. Después de mucho pensarlo he llegado a la conclusión de que depende de cinco factores:
1. Tener tiempo. Es el fundamental. Yo suelo hacer navegaciones de unos 3 meses y sin ese tiempo no habrían sido viables. Muchos dirán que eso les resulta imposible, y lo dejan para la jubilación. Es el típico error, porque al llegar a la jubilación tus circunstancias familiares y de salud pueden haber cambiado, y entonces ya no puedes navegar por otras razones. Cuando estaba en activo yo me pedía permisos sin sueldo de 2-3 meses, que juntaba al mes de vacaciones. La gente suele decirme que qué suerte poder hacerlo, porque se quedan con la parte del "permiso" y no se fijan en la parte de "sin sueldo". Obviamente tienes que organizarte para ahorrar en los otros meses lo que vas a dejar de ingresar durante el permiso. Y en mi vida profesional he renunciado voluntariamente a oportunidades de promoción porque significaban disponer de menos tiempo libre. Dinero podremos tener más o menos, pero tiempo siempre tendremos menos. A todos en la vida nos llega a un momento en que tenemos que elegir entre el tiempo o el dinero. La mayoría elige el dinero, y me parece que se equivocan.
2. Tener un barco pequeño. Puede parecer una herejía, pero es la verdad. Para las navegaciones costeras es suficiente un 23 pies, y aguanta bien las condiciones meteorológicas habituales (hasta fuerza 6 y olas de 2-2,5 metros). Y cuando nos han sorprendido condiciones peores no pronosticadas (vientos de fuerza 7 con rachas de 8, y olas de mayor factura, como de 2,5 a 3 metros) también las hemos aguantado navegando con prudencia. En la siguiente foto, olas de 2,5 metros en el Raz Blanchard:
Y aquí la forma de saber la altura real de las olas desde el barco:
Además ya he dicho muchas veces que cuando no salimos de puerto por la meteorología tampoco lo hacen los barcos mayores, porque a nadie le gusta pasarlo mal en el mar. A cambio, con un barco pequeño podemos recorrer el interior de los países por los ríos y canales, encontramos siempre plaza en las marinas, y caemos simpáticos en los puertos y nos ayudan. Si en vez de intentar abarloarnos a un pesquero donde están trabajando, con un modesto barco de 6 metros, ateridos de frío o sudando como si tuviéramos la alcachofa de la ducha dentro de la gorra, lo hiciéramos con uno de 10 metros, con las chicas en topless y los chicos con un cubata, supongo que la recepción sería diferente.
Finalmente, en caso de avería mayor un barco pequeño es fácil de llevar a casa en un camión o en un remolque.
3. Tener un barco simple. Me refiero a con poca electrónica y pocos equipamientos. En los barcos las cosas se estropean mucho más que en los coches, por ejemplo. Hay un dicho marinero que especifica que toda mecánica, incluso la más simple, conoce un estado normal, natural, estable, llamado “avería”, y que sólo en algunos casos puede, durante una duración limitada, mantenerse en un estado anormal, antinatural y totalmente inestable llamado “de funcionamiento”. Cuantos más equipos tienes más cosas se te pueden estropear, y si te has acostumbrado a ellos te cuesta navegar sin su ayuda. Conozco amigos que han anulado viajes por fallarles el equipo de viento, o el molinete del ancla, o la nevera, o el plotter, o el radar, o el AIS o vete a saber qué, cuando yo navego habitualmente sin todos ellos. Y cualquier avería en un puerto extranjero y en verano puede ser un inconveniente imposible de superar: los talleres están de vacaciones o bajo mínimos, las esperas para que te atiendan son largas, las piezas de repuesto tardan en llegar, pierdes la cita con los siguientes tripulantes, y se te adelgaza la billetera pagando la estancia en una marina mientras te lo arreglan. En el peor de los casos tienes que dejar el barco en el puerto de la avería y volver a por él el verano siguiente.
4. Hacer una buena planificación. Ir a Londres o a dar la vuelta a Francia navegando no es salir de Santander hacia el Este hasta que llegues. Hay que calcular la distancia total y el tiempo de que dispones, y dividirlo para saber las millas que tendrás que hacer cada día (¿ah, si?). Del tiempo de que dispones hay que descontar un día para arbolar y desarbolar, uno o dos días para cada intercambio de tripulación, un 10 % por inclemencias meteorológicas, los días que dedicarás a visitar las ciudades (porque no todo va a ser navegar y navegar) decidir si descansarás un día a la semana o no, y si harás navegaciones nocturnas o no (prolongar una navegación por las noche equivale a 3 ó 4 días de navegación normal). Y en los ríos, canales, y otros andurriales del interior de los Continentes, calcular las enormes demoras en las esclusas (entre 15 y 45 minutos según su tamaño y la frecuentación). La distancia que calculas en el mar hay que multiplicarla por 1,5 para incrementarla en un 50 %, porque en las etapas de ceñida la distancia por lo menos se duplica. Y en sitios específicos, como en Bretaña o Normandía, a lo anterior tienes que añadir las horas en que los puertos o las esclusas estarán cerrados por la marea (¡ah, bueno!). En la siguiente foto, el puerto de Plouër Sur Rance cerrado por la bajamar:
5. Estar dispuesto a vivir mucho tiempo en un sitio precario. Aunque dicho así parece muy duro, en la realidad no lo es tanto. Costeando puedes parar en puerto todos los días, lo que supone un desahogo, y tienes los aseos y las duchas de las marinas. Casi todos los que viajan en veleros grandes prefieren ir al baño o a ducharse en los de las marinas para quitarse trabajo e incomodidades a bordo (tener que vaciar el depósito de aguas negras, limpiar entero el baño después de cada ducha, desatascar los pelos del desagüe, etc). O sea que tampoco eso es una ventaja de los veleros grandes. Además, con lo que te ahorras en la compra del barco, el mantenimiento y las marinas por ser de pequeña eslora, puedes ir a dormir a un hotel siempre que te apetezca, y todavía estás ganado dinero.
Dicho esto,
aclarar que coincido con todos los navegantes en que lo más difícil es
tomar las decisión de partir, y atreverse a seguirla. Espero que nuestras experiencias os ayuden a hacerlo.
Con cuidado, navegantes.
viernes, 20 de septiembre de 2024
Presentación de la navegación a Londres en Santander.
Hola navegantes.
La
Asociación "Mil Velas", de Santander, me
ha invitado a contarles la navegación en el Corto Maltés desde Santander a Londres. Será el lunes 7 de octubre, a las 19 h., en el Club de Regatas, en la C/Infantas 3 (Plaza de Pombo) de Santander.
En el libro relato aquella difícil navegación del verano de 2023, donde ascendimos toda la costa atlántica de Francia, cruzamos Bretaña por los canales, luego el Canal de la Mancha y finalmente nos metimos por el río Támesis hasta Londres (y luego la vuelta, claro). Y todo ello en un velero de 23 pies con un fueraborda de 6 CV:
Hasta ahora ha sido la peor de las navegaciones realizadas con el Corto Maltés por los temporales, las averías y la deserción de un tripulante, que me dio una patada en la espinilla (metafóricamente hablando, claro) a 1.500 km de Santander en su primer día de navegación por un simple mareo, y allí me dejó tirado. Y a eso obedece el título. El gafe de Murphy se embarcó en Granville (Francia) y cogió tanta confianza a bordo que terminé acostumbrándome a él como a una cefalea o a un dolor de muelas. Durante todo el viaje el cenizo se me aparecía como un duendecillo haciéndome sus malditos comentarios y predicciones negativas al oído. Si hubiera tenido presencia física real le habría entablillado la lengua. Al final yo le miraba como el que mira a una verruga en el pie, que te molesta pero te acostumbras a vivir con ella. Al final del libro veréis que, aunque nos hizo el viaje más incómodo, ganarle la batalla y seguir pensando que esto de la vela merece la pena fue otra victoria, además de la principal que fue conseguir llegar a Londres. Porque os aseguro que el cenizo no va a hacernos dejar de navegar.
En esta entrada podéis ver la valoración que hice del barco, el Tonic 23, para navegar hasta Londres:
Con cuidado, navegantes.
lunes, 16 de septiembre de 2024
Una navegación frustrada.
Hola navegantes.
No sería honrado con vosotros si sólo os contara las navegaciones que nos salen bien. Por eso voy a contaros la última, que se frustró.
Nuestro objetivo era llegar a Bayona (en Francia). Salimos de Santander con un viento muy favorable del Oeste, que cogimos hasta el Cabo de Ajo por la cadera de babor y después del cabo por la de estribor, y que nos permitió llegar a Laredo a rumbo directo antes de comer :
El segundo día lo mismo, un viento del Oeste que cogimos en orejas de burro hasta Bilbao, también en medio día, aunque sintiendo los alfilerazos de frío del viento de popa que se nos metía por el cuello:
Y allí se acabó lo bueno. Los siguientes días sopló del Oeste con fuerza 5-6 y marejada a fuerte marejada, y no paró de llover, quedándonos encerrados cuatro días en el entorno de Bilbao. Aunque aprovechamos para una excursión por la ría y para conocer Santurce, Getxo y la ciudad de Bilbao, el hecho cierto es que no pudimos salir al mar abierto, o no nos apeteció hacerlo en esas condiciones. Y la vida a bordo ya sabéis qué incómoda es cuando no para de llover.
Como curiosidades de Santurce, el "mareómetro", que es como un mareógrafo pero que no imprime una gráfica. Está junto al puente colgante y da la altura de la marea en metros, lo que permite a los barcos saber cuándo pueden subir por la ría según su calado:
La profundidad máxima de la ría es de cinco metros y pico, por eso la escala termina en 6 metros. La aguja se mueve impulsada por una columna de agua que sube y baja por vasos comunicantes con el agua de la ría.
Y esta curiosa torre de señales de profundidad, que según los discos que mostrara se sabía la altura de la marea en el abra:
Como veis, en vertical hay tres discos que permiten indicar de 1 a 7 metros, y en los extremos de la horizontal dos, que permiten indicar 0,25, 0,5 o 0,75 metros:
Un sistema simple como el asa de un cubo, pero muy práctico para conocer el calado de un vistazo.
Después de cuatro días encerrados, entre una cita ineludible que teníamos en Santander y la perspectiva de varios días más de lluvia, vientos fuertes y el acortamiento de los días, decidimos volvernos.
Y la vuelta fue otra vez con vientos portantes, esta vez del Este, lo que nos permitió venir de Bilbao a Santander (unas 40 millas) en menos de 8 horas. Algo inaudito, pero que nos hizo reflexionar lo que habría sido seguir hacia el Este con esos vientos de cara de fuerza 5-6 y olas olas de 2 metros, que nos habrían hecho navegar como clavando clavos a martillazos en el viento de proa.
Y encima alejándonos de Santander, lo que nos pondría más difícil llegar a nuestra cita. Así que volvimos a Santander con las orejas gachas, a esperar ilusionados el verano que viene. Eso sí, empezando ya la temporada de montaña, la otra maravilla de Cantabria.
Me despido con un vídeo del Corto Maltés navegando en el entorno de Bilbao en esos días invernales:
Con cuidado, navegantes.
miércoles, 4 de septiembre de 2024
Otro curioso error.
Hola navegantes.
En Voiles et Voiliers he visto este anuncio de un retrete para el barco:
Como quien no quiere la cosa, en segundo plano se ve un winchi con la escota enrollada al revés. Hay que enrollarla en el sentido de las agujas del reloj, porque en sentido contrario (como se ve en la foto) es una tontería ya que el winchi no gira. Para un marino es algo tan tonto como barrer las escaleras hacia arriba o dejarse un flequillo en la coronilla.
Por desgracia la industria náutica está derivando a la fabricación de barcos para navegar en pantuflas, pequeños apartamentos sobre el agua, nada que ver con el deporte de la vela. Como ejemplo el de la foto, con una familia que en vez de a navegar de verdad parece que va a una primera comunión. Porque, te guste o no, navegando te ensucias, te mojas, te despeinas, y acabas con una barba que se te come el rostro. Y así nos va, con astilleros cuyos barcos "bajos de gama" empiezan en los 10 o 12 metros y terminan en los de varios millones de euros.
Es sorprendente que una revista de vela como Voiles et Voiliers, cuyos redactores y periodistas son navegantes, deje pasar un error como este.
Con cuidado, navegantes.
Postdata: seguramente tiene razón Rodolfo en su comentario, de que la foto está revelada en espejo. Ya les pasó otra vez (clic aquí) dando la impresión de que Loíck Peyron, uno de los mejores navegantes del mundo, no sabía usar un winchi. Por suerte para él, en aquella otra errata se veía revelada en espejo la marca de su traje de aguas, y se aclaraba el error.
martes, 3 de septiembre de 2024
Dibucarta de la paloma de Yeu.
Hola navegantes.
En la navegación a Bretaña recalamos en la Isla de Yeu. En mitad de la travesía hacia la isla me llevé un susto de muerte. Mi sobrina Alicia estaba en la camareta y yo iba solo al timón, cuando de improviso noté que algo se me posaba en la cabeza. Supongo que me quedé blanco como un molinero. En aquella soledad en mitad del mar lo primero que piensas es en algún espíritu, si es que logras pensar en algo. Al recuperarme, y con el corazón como queriéndose escapar de su jaula, me di cuenta de que era una paloma y por cierto muy anillada (en ambas patas) que había intentado posarse encima de mi cabeza pero con mi reacción de susto se espantó.
Después de un rato trazando arabescos en el aire se posó en la cubierta, y estuvo allí como una hora dejándonos varias cagadas. Eso es una cosa habitual en las navegaciones. Algún pájaro se aleja mucho de la costa y luego se encuentra sin fuerzas para volver, y se posa en el primer barco que encuentra. Normalmente hasta se dejan dar de comer o de beber.
Nosotros estábamos a siete millas náuticas del continente, una distancia enorme para hacerla incluso volando. Le dimos pan pero no lo quiso, sin embargo nos dimos cuenta que cuando salpicaba una ola encima de la cubierta se acercaba a chupar las gotas con el pico. Intentamos darle agua dulce pero tampoco la quiso, por no acercarse a nosotros. Finalmente desertó cuando en una de las maniobras sacamos el génova y se asustó con el ruido y con el meneo de la vela. No volvimos a verla.
Esta es la dibucarta de aquel episodio (clic encima para leerla mejor). Se empieza a leer en el ojo derecho, y se la daré al primero que la transcriba abajo, en los comentarios.
Con cuidado, navegantes.
domingo, 1 de septiembre de 2024
Venta de velero First 18.
Hola navegantes.
Con motivo de un cambio de atraque para mi Tonic 23, vendo un First 18 que ocupaba el atraque. Se trata de un velero del astillero francés Beneteau del que se construyeron en los años 80 unos mil ejemplares. El mío es de 1979, el modelo de orza fija (calado 78 cm), con una eslora de 5,50 metros y una manga de 2,35 metros. Está exento de pasar revisiones debido a ser menor de 6 metros.
Es un barco muy marinero, de construcción robusta y de gobierno sencillo y fino, estable, con buena bañera y mucha manga, que evita la escora. Hemos estado tres adultos de pie en la misma borda sin que el barco se escore.
Para que os hagáis idea de las capacidades marineras del barco, el dueño anterior lo trajo navegando desde Bretaña a Santander a rumbo directo, atravesando el Golfo de Vizcaya.
Tiene mayor con funda, génova enrollable con banda de protección solar, y espinaker con su tangón (las tres en muy buen estado). La mayor y el génova anteriores se han conservado como repuesto de emergencia.
El motor es un fueraborda Mariner 5 HP de dos tiempos, eje largo, con depósito interior y exterior, recién revisado en el concesionario oficial. Tiene también un jerrican de 10 litros para rellenar el depósito principal.
Tiene dos líneas de fondeo, una en proa y otra en popa, con las cadenas y los cabos sin estrenar. Polea para el ancla de proa añadida.
El interior tiene cama para cuatro personas, una mesa desmontable, y una cocinita con cardan que se sujeta en el puntal del palo.
Tiene dos puertas de entrada a la camareta, para poder dejar una puesta mientras se barniza la otra, y que no quede el barco abierto. También tiene recambio para los pasamanos de madera de la cubierta, con el mismo objetivo.
Tiene luces de navegación, VHF portátil, y también sonda y corredera pero éstas dos últimas no funcionan. Igualmente los chalecos salvavidas, las bengalas, y el seguro vigente hasta enero de 2025.
En el verano de 2022 se pulió el casco y la cubierta. Actualmente está en seco en Santander con la patente quitada para ver la obra viva y comprobar que no tiene ósmosis. Se entregará con la patente recién dada.
El precio es de 3.500. El barco está en Santander. Podéis llamarme al 618 240 646 para más detalles.
Con cuidado, navegantes.