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miércoles, 16 de enero de 2019

Dibupoema a mi barco.

A MI BARCO.


Hay algunos que dicen que no amas a un barco
si no consigues verlo como a otro ser vivo.
Yo no soy metafísico y lo digo más parco:
soy feliz despeinado y con la barba de chivo
en el Corto Maltés camino al desembarco,
despacio por el mar como por un negativo.

   Soy feliz cuando llego sobre la mar tendida
a un puerto extranjero del que nada conozco,
sabiendo que me espera lo bueno de la vida:
lugares, experiencias, alguien que nos convida,
gente dura del mar en quien me reconozco…
lo que mantiene a raya a La Cariacontecida.

   Y feliz cuando luego el sol de madrugada,
como una gigantesca naranja partida,
ve salir a mi barco entre los espigones,
y navego en la calma o en la turbonada,
comiendo mal y poco entre los chaparrones
o echando una siestecita al sol bien merecida.

   Y feliz cuando un atardecer inesperado,
por  no llegar a puerto, me quedo fondeado
bajo un cielo nocturno que parece un brasero,
y siento extinguirse la brisa convaleciente,
y veo acostarse el sol despacio por poniente
cogido de los dedos de la chica que quiero.

   Muchos de los momentos felices de mi historia
los he pasado dentro de su piel de resina:
jornadas luminosas, cielos de cartulina,
noches negras buscando una luz giratoria,
y hasta los ojos de Ana tras la Biodramina,
esa tierna mirada sin escapatoria.

   ¿Cómo no voy a querer a mi Corto Maltés?.
Él hará inmortales estas cosas antes o después.




2 comentarios:

  1. Preciosa poesía Alvaro, como todas las tuyas. Por cierto, esta es la segunda vez que mando este comentario porque la anterior no veo que haya salido.
    Abrazos de Higinio

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  2. Gracias, Higinio. Es una satisfacción ver que por lo menos alguien lo aprecia. Un saludo

    ResponderEliminar

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