Muchas veces los barcos se abandonan en un ataque de pánico, antes de tiempo. Muchos navegantes lo han hecho, han padecido grandes sufrimientos en la balsa salvavidas o han perecido, y meses más tarde aparece su barco flotando en cualquier costa como si nada. Se presiente que si no lo hubieran abandonado sus probabilidades de salir bien parados habrían sido mayores. Tal vez a ello contribuya el nombre de balsa "salvavidas" que induce a error, pues da una sensación de seguridad falsa debido a su precariedad. En realidad un barco sólo se debe abandonar si un incendio lo consume o si se ha hundido, pero no por ejemplo si ha volcado, si está boca abajo, si está inundado pero aún flota, si se le ha caido el palo, etc. En todas esas circunstancias en el barco hay más medios de seguridad, más comida, más ropa, más medios de pesca, más probabilidades de que te vean desde otro barco, etc, que en la balsa.
El "Illumia" es un velero que participaba en la regata trasatlántica en solitario organizada por el Royal Western Yacht Club y que se había dado por desaparecido el 11 de junio de 2017, después de que el italiano Michele Zambeti lo abandonase a 650 millas al Sudoeste de Terranova, después de 12 días de ragata. El velero había perdido su quilla, seguramente a consecuencia de un choque con un objeto flotando entre dos aguas. Se declaró una vía de agua y el navegante fue evacuado en helicóptero. Todos daban el barco por hundido, pero he aquí que ha aparecido el 28 de noviembre, 6 meses después, en una playa del Oeste de Irlanda. Por lo tanto el barco ha atravesado él solito todo el Atlántico Norte.
La lección a aprender, que los barcos aguantan más de lo que nos imaginamos y que siguen siendo un refugio seguro aunque estén medio ruinosos.
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