La visita a Mónaco fue muy entretenida. La ciudad estaba patas arriba por la preparación de la Fórmula 1 que tendría lugar del 26 al 29 de mayo, y nosotros llegamos el 22. Estaba plagada de camiones trailer descargando toda la parafernalia de los coches, las gradas, las barreras, los neumáticos que ponen en las curvas, etc. Era curioso ver las gradas de varios pisos como telón de fondo de los barcos amarrados en el puerto, porque el circuito pasa por la misma calle de los pantalanes. Los navegantes padecían las estrecheces con resignación. Nos acercamos a la entrada del casino de Monte Carlo sólo por curiosidad. No entraba en nuestros planes probar suerte en el juego, bastante la estábamos probando ya en el mar. Queríamos sólo ver el ambiente. Y lo que vimos Nacho y yo fue una prolongación de la presuntuosidad de los muelles. Coches de los que ponen en aprietos hasta a un millonario, de seis ceros en el talonario, aparcados en la puerta y porteros de librea. Un padre con aspecto indio se acercó temeroso a uno de los porteros para pedir permiso para hacerse una foto con su hijito delante de un Porsche. Aquello le impresionaba tanto que creyó necesitar permiso para hacérsela. El casino funciona con el sistema del “viático” que es como dar la extremaunción al que ha perdido mucho en sus salas: se le prohibe volver a entrar definitivamente. Y para garantizarlo utilizan complejos sistemas informáticos pero también a la antigua, expertos fisonomistas, algunos de los cuales se afirma que pueden reconocer hasta 50.000 caras. ¿será verdad?.
De vuelta al barco nos hicimos con las minibicis el circuito de la Fórmula 1, un recorrido sorprendente al pensar que pocos días después lo recorrerían coches a doscientos por hora. Aquí está el vídeo:
https://youtu.be/NVrVpGaF-Kw
Esta genial, me ha encantado como ibais con las bicis a toda velocidad por el cicuito de Monaco, ¡Increible!, unos fieras.
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