A Vernazza llegamos también por casualidad, porque a Eolo se le estropeó la maquinaria y nos quedamos sin viento camino de Porto Venere. Aburridos del petardeo del fueraborda decidimos retroceder hacia este puertecito que aunque no tenía marina, sí tenia un espigón disponible para los barcos de paso. Nos quedamos en una "banquina di tránsito" con un sitio enano, a uno o dos metros de una roca que velaba casi a ras del agua en nuestro costado de estribor y que si se hubiera levantado el viento nos la habríamos comido. Pero a cambio era gratis total y pasamos el día en el pueblo más bonito de la región de Le Cincue Terre, famosa por sus cultivos en terrazas y sus
pueblos colgados de las cornisas sobre el mar.Y el único con un puerto accesible. Una maravilla.
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