Cuando erupciona un volcán submarino suelta miles de toneladas de piedra pómez, que como sabéis, flota. Esta piedra pómez forma islas flotantes que pueden alcanzar varios kilómetros de diámetro, y desplazarse miles de millas por el océano (como los icebergs) antes de dispersarse, y su visión puede confundirse con una isla baja y arenosa. Y si no fijaos en ésta:
Si no se hubiera atrevido a navegar sobre ella y "atravesarla" abriéndola con la estela como se abre un banco de hielos, y hubiera tomado sólo las fotos desde lejos, habría jurado que allí había una isla arenosa. En este caso, además, asistió al nacimiento de la isla volcánica por la lava emergida.
Pero si alguna vez navegando veis un volcán, lo mejor es alejarse cuanto antes. De hecho la navegación sobre los volcanes está prohibida. En los conocidos hay una zona de exclusión permanente, y cuando erupciona uno nuevo enseguida se establece la zona de exclusión, que abarca varios kilómetros alrededor del cráter. ¿Por qué?.
No es por el peligro de la lava, las explosiones o las piedras, sino porque el barco se puede hundir. Un barco flota por el principio de Arquímedes, que dice que «Un cuerpo sumergido en un fluido recibe un empuje hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja». Esta fuerza recibe el nombre de empuje hidrostático o de Arquímedes, y se formula así:
E = d x V x g
Donde "E" es el empuje hacia arriba (lo que le hace flotar), "d" es la densidad del fluido, "V" el volumen desplazado, y "g" la aceleración de la gravedad. Por tanto el empuje depende de la densidad del fluido. El agua sobre un volcán tiene burbujas y gases en suspensión y por lo tanto su densidad es mucho menor, lo que equivale a decir que su empuje hacia arriba sobre el barco es mucho menor y por lo tanto le sujeta menos: flota menos y puede llegar a ser engullido por el mar, como si de repente se hubiera inundado.
O sea que cuidadito si veis un volcán. Si os acordáis, cuando erupcionó el de la Isla del Hierro enseguida se prohibió navegar en la zona.