Hola navegantes.
El pasado domingo las orcas que atacan a los veleros hundieron otro en el Estrecho de Gibraltar. Se trata del velero de 15 metros Alborán Cognac, que venía de Canarias con dos tripulantes a bordo. Con éste ya van cerca de 700 ataques y 7 hundimientos, de momento sin víctimas mortales porque, como otras veces, la suerte estuvo de su lado y navegaba cerca un petrolero, el MT Lascaux, que recogió a los dos tripulantes y los llevó a tierra.
En esta entrada os conté el problema, y lo que nosotros estábamos preparando por si nos atacaban en el Golfo de Vizcaya al volver de Londres:
La única novedad es que las recomendaciones oficiales dieron un giro de 180º. Cuando escribí la entrada anterior eran insulsas como una película tolerada: dejar el barco quieto hasta que terminaran, apagar el motor y la electrónica, intentar grabarlas para identificar a los ejemplares, dejarles que te rompieran el timón y si tenías mala suerte que te hundieran el barco, y cuando terminasen llamar a Salvamento Marítimo. Esas recomendaciones “oficiales” algunos medios las repetían como el muñeco del ventrílocuo, sin una lectura mínimamente crítica, y hasta se editaron panfletos para hacer circular entre los navegantes. Más adelante, y con el asesoramiento de los grupos de estudio de los cetáceos, las recomendaciones cambiaron, y entonces lo que había que hacer era alejarse a pleno motor hacia aguas menos profundas, con la esperanza de que fueran ejemplares juveniles que estaban esperando en la superficie el regreso de su madre con la caza. Si esta hipótesis fuera la cierta, los juveniles no se alejarían mucho de donde nos hubieran atacado.
La pasividad de todo lo demás permaneció igual, y no han hecho ninguna otra cosa que recordar lo que prohíbe el RD 1727/2017, de protección de los cetáceos, que para repeler un ataque es tan efectivo como pedir auxilio a una pared. Porque omite lo que obliga la ley 14/2014, de navegación marítima (ambas citadas en la entrada anterior) para proteger la vida humana en el mar. El argumento de ser una especie protegida es una interpretación torticera y perezosa de la realidad, porque una vida humana siempre estará por encima de la de una especie animal protegida. Sin ir más lejos, en el Ártico es obligatorio desembarcar con un rifle por si te ataca un oso polar, y si eso ocurre se considera normal dispararle para protegerte tú o tu familia. La inacción es comparable a que en un safari park un león atacara a tu coche con tu familia dentro, y fuese ilegal hacer cualquier cosa para protegerte.
Nosotros este año vamos a navegar a las Rías Bajas pero esperamos salir de allí antes de agosto, que es cuando suelen llegar las orcas emigrando detrás del atún rojo. Desde luego este problema dejado enquistar va a cargarse el turismo náutico de Galicia, Portugal y Andalucía. Cada vez nos pensamos más ir a navegar por allí, y si la amenaza sigue, los navegantes dejaremos de ir.
Con cuidado, navegantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son bienvenidos. Lo más cómodo es poner tu nombre al final del texto y luego elegir como identidad "anónimo".