Hola navegantes.
Los siguientes días recorrimos diversos puertos, entre otros Le Havre, el tercer mayor puerto de Europa, donde desemboca el Sena y por donde también podríamos llegar a París. Estuvimos estudiando la posibilidad de hacer una excursión por el Sena hasta Rouen, que se puede hacer sin desarbolar. Los reporteros de “Voiles et Voiliers” lo recomendaban, y nos daba curiosidad conocer de cerca el fenómeno del "Mascaret" que os conté en la entrada del 22 de marzo de 2018. Pero nos faltaba tiempo. Cuando en 2012 salí con Luis Espejo de Santander para dar la vuelta a España en el Corto Maltés disponíamos de tres meses, y nos parecía una eternidad. Luego comprobamos que para verlo todo habríamos necesitado seis. En la vuelta a Francia me estaba pasando lo mismo.
Seguimos entonces adelante por la costa de Normandía, que es una sucesión de acantilados enormes, donde desde hace siglos se libra la batalla entre lo sólido y lo líquido. Tienen más de 100 metros de altura, están cortados a hacha sobre el mar y el corte es, curiosamente, de color blanco. Los desprendimientos forman playitas pedregosas a sus pies. A lo tonto llegamos a Fécamp, un puerto precioso en mitad de una grieta de los acantilados. Allí estuvimos retenidos tres días por una avería de motor (no cargaba la batería) y por la meteorología, aunque el tercero el pronóstico falló y estuvimos tirándonos de los pelos por no haber salido. Pero en esa costa si pierdes la hora buena de salir ya es mejor no hacerlo, porque no se puede navegar con la marea en contra.
¡Con cuidado!.
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