Hola navegantes.
Sí,claro que me gusta navegar, pero volver a casa... Está bien salir a ver el mundo, qué se cuece un poco más allá del horizonte, pero también está bien volver a tu rincón, tus cosas y tu familia.
Ayer botamos el Corto Maltés en Santander. Para que no nos abandonara el estrés ni el el último minuto del viaje, estaba bajando la marea y toda la maniobra la hicimos viendo cómo se acercaban las rocas del fondo. Por suerte nos ayudaron mis amigos Nacho, Miguel, Luis y Maribel, y con tantas manos ayudando nos dió tiempo a todo. Repasamos la patente de la obra viva que venía muy desgastada por el efecto de lija de tántas millas hechas entre algas, sustituimos la luz de tope del palo que se había roto en una esclusa, desengarrotamos la orza que no subía del todo, y luego echamos el barco al agua y le pusimos el palo. Ahora quedan muchas horas de trabajo para reglar la jarcia, poner las velas, limpiar todo, vaciar el material que se lleva en un viaje pero no necesito a bordo en Santander, y reponer o arreglar lo que se ha ido desgastando en una navegación tan larga. Ya estoy deseando volver a navegar a vela, sin el maldito ruido del fueraborda, sólo con el silencio del mar y el run-run de las olitas en la proa. ¡Qué ganas!.
Hasta mañana navegantes.
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ResponderEliminarMi nombre es Mariano Balsalobre, ha sido un verdadero placer seguir vuestra aventura por Francia, ahora estoy comenzando a leer vuestro libro de la vuelta a España.
ResponderEliminarMe hacéis soñar cada mañana al recibir la ansiada nueva entrada en el blog, imaginando que quizás algún día pueda hacer algo parecido, no alcanzo a imaginar cuan afortunado puede llegar a ser una persona que recorre este tipo de aventuras y el incremento del crecimiento personal que se puede llegar a experimentar con ello.
Gracias de todo corazón y ojalá algún día coincidamos en algún lugar. Un fuerte abrazo y feliz regreso a casa y ánimo para preparar la próxima!!
Gracias por tua palabras, Mariano. En efecto, yo me siento muy afortunado de poder hacer estos viajes, navegando, lo que más me gusta, y permitiendo que los encuentros y la meteorología decidan mi suerte. Pero ojo, desde que de joven leí "La conquista de la felicidad", de Erich Fromm, tengo claro eso, que la felicidad hay que conquistarla activamente, no esperar eternamente a que te llegue. Y a veces hay que renunciar a otras cosas para lograrla. Un saludo y gracias por seguirnos.
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