Hola navegantes.
El viernes 15 fue festivo en Cantabria, y habíamos querido hacer una travesía de tres días a Santoña y Colindres pero finalmente, por diversas circunstancias, no pudimos realizarla. Para no frustrar la ilusión de los grumetillos que habían pedido quedarse a dormir a bordo en la travesía, en la salida del sábado 16 les dejamos quedarse a dormir a bordo, aunque dentro de la bahía.
Hacía una tarde de todos los demonios, con el cielo completamente cubierto, viento del W y chubascos, que nos hizo retrasar la salida. Finalmente escampó y estuvimos dando unos bordos por la bahía enseñándoles a virar por avante y la diferencia con trasluchar. Además observamos el curioso fenómeno de "la turbia". Consiste en que el agua dulce de color marrón que procede de la crecida del río Cubas cuando llueve mucho, no se mezcla con el agua salada y de color azul que ha entrado del mar, sino que quedan separadas por una línea perfectamente delimitada, que tarda varias mareas en difuminarse. Algo similar ocurre en el Amazonas donde confluye con su afluente el río Negro, cerca de Manaos, haciendo las aguas de dos colores un recorrido de más de cien kilómetros antes de mezclarse y hacerse de un solo color. En Santander y visto desde lejos, la bahía adquiere un aspecto bicolor extraordinario.
Si se navega por la línea de separación se comprueba que la parte azul está limpia y la marrón asquerosa, y que la parte sucia lleva muchos animalillos (caracoles, babosas, grillos y otros insectos, etc.) arrastrados de los campos que recorre el río Cubas. En la línea de intersección, al confluir el agua dulce con la salada, se generan remolinos cuando la dulce tiende a situarse encima y la salada debajo, pareciendo que está en ebullición. Los peces se sitúan en esta frontera para alimentarse, y a su vez las aves marinas suelen revolotear por encima para comérselos a ellos.
Luego fondeamos todos los barcos juntos en Los Peligros. Naturalmente nadie se bañó, porque amenazaba lluvia, hacía frío, y el agua estaba asquerosa cuando la turbia llegó a la playa.
Por distintas circunstancias uno de los barcos no pudo quedarse a dormir y sus grumetillos se pasaron al Corto Maltés, con lo que dormimos 6 personas a bordo,el récord de nuestro barco. Lo malo no es encontrar un hueco en los colchones, sino organizar la cena y la higiene con tantos a bordo, que se estorban contínuamente. Pero con paciencia y buen humor pasamos la noche, bajo chubascos y alguna granizada.
El desayuno fue pantagruélico, porque cada uno había llevado para convidar y fue digno de la cafetería de más postín.
Por la mañana la meteorología se había aplacado y nos dio tiempo a aprender a pescar cangrejos y quisquillas desde el pantalán, y a cogerlos a mano sin que te pinchen. Y como son niños, la "pesca" de la última foto les produjo tanta emoción como nos haría a uno de nosotros pescar el mismo número de bonitos. Así son las cosas.
Ya sólo nos quedan tres navegaciones para acabar este verano, ¡sniff!.
A pesar del tiempo, se lo debieron pasar estupendamente, los niños disfrutan el doble que los adultos las cosas.
ResponderEliminarSaludos y gracias por estas salidas para los niños, Daniel.