Hola navegantes.
De Sète volvimos al Etang de Thau bajo una especie de diluvio universal donde venía agua de arriba, de abajo, de la derecha, de la izquierda, y de algunas direcciones intermedias, con rayos y truenos, ¡en julio!. Esta vez lo hicimos por la ruta "buena" esperando disciplinadamente la apertura de los puentes. Pero aquella meteorología invernal nos impidió deleitarnos en los rincones del Etang y bucear en la esquina que llevaba marcada desde Santander para ver caballitos de mar. Estaba anunciado otra vez un golpe de mistral, y con más de fuerza 3 está prohibido navegar en el Etang, y queríamos llegar al Canal de Midi antes de que se presentara.
Embocamos el Canal de Midi recordando todo lo bonito que vivimos en la vuelta a España en ese curso pacífico de agua y llegamos a Agde y su famosa esclusa redonda. La recta antes de la esclusa era un paisaje de los de dejarte sin palabras, un plano de agua quieto como un espejismo, las orillas consolidadas con estacas de madera, praderas y bosques a pocos metros de la orilla, y de cuando en cuando un pequeño embarcadero para descansar.
La esclusa redonda, única en el canal, permite a los barcos girar sobre sí mismos para tomar una sus tres compuertas. Una es la de entrada por el canal del que veníamos nosotros, otra para seguir el Canal de Midi, con unos horarios muy laxos y a demanda de los navegantes, y otra para descender al río Hérault. Ésta tiene unos horarios más restrictivos, sólo se abre a ciertas horas y para determinados barcos. Las peniches de alquiler no están autorizadas a bajar al río; bastante que les dejan manejarlas sin ningún título ni experiencia para que encima pudieran salir al río y por él al mar. El interior del vaso de la esclusa es redondo y de ahí su nombre.
Ver entrada del 23 de julio.
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