Salimos de Agde con dirección a Béziers. Por el camino hicimos una parada para conocer Villeneuve-les-Béziers. Es un coqueto pueblecito con un castillo feudal en ruinas, una iglesia romana del siglo XI con dos campanas que hasta las han bautizado ("Bernadette" y "Roseline") y una preciosa estatua de Mariana. Es el símbolo actual de la Revolución, con los “derechos del hombre”, libertad, igualdad y fraternidad, simbolizados por tres flechas en su mano derecha levantada, y con los senos al aire bien marcados por la cincha del carcaj. Mariana reemplazó en la iconografía patriótica al anterior símbolo de la revolución francesa, el gallo, que provenía de un juego de palabras, ya que el término latino "gallus" significa al mismo tiempo “gallo” y “galo” (“francés”). Durante décadas el gallo se encontraba también en sellos, monedas, etc., hasta que Napoleón I lo rechazó por poco varonil, porque "el gallo no tiene fuerzas, no puede ser la imagen de un imperio como Francia". Por lo menos estéticamente el cambio por Mariana ha sido a mejor. Aquí podéis ver el símbolo actual, Mariana, en Villeneuve-les-Béziers, y el anterior, el pobre gallo, en Narbona:
Es que hasta le sobra pedestal. Llegamos a Béziers a media tarde. Es una gran ciudad que conoceríamos el día siguiente. Nos detuvimos antes de la esclusa porque queríamos ver qué aspecto tenía el puerto de Béziers antes de decidir si quedarnos en él o no. Y decidimos que no. Como todos los puertos del canal, que se han construido mucho después que el propio canal, están desprovistos de árboles y se pasa más calor que a la sombra en una orilla. Nos quedamos en una orilla del ramal que lleva al Río Orb.
Ver entrada del 23 de julio de 2016.
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