Traducción:
A quién no le gustaría escuchar de su chica estas palabras de Anna Van de Wiele al volver a casa, en Bélgica, después de una vuelta al mundo a vela: "Tú que eres el timón de mi vida; tú el taciturno con el que no me aburro jamás; tú que consigues amar hasta mis necedades y secretamente esperas verme vieja y arrugada como un níspero para amarme aún mejor; tú que gritas cuando hace falta y evalúas friamente las tormentas; tú que respetas mi libertad y disipas mis dudas; tú a quien debo los siete mares y los tres océanos, y todas las islas de Las Antillas, gracias por el buen fin de esta travesía" (Anna van de Wiele: "Au fil de l'étrave. Antilles, jardin de la voile", Ed. Arthaud 1968). Obviamente se las dirigía a Louis, su compañero.
¡¡ que románticoooo !!
ResponderEliminarClaro Fernando, una mujer ya madura y profundamente enamorada. En el prólogo de la reedición de su libro de la vuelta al mundo ("Pénélope était du voyage", o sea, "Penélope estaba de viaje") cuenta que en un aeropuerto su apellido le sonó a la azafata y le preguntó:
ResponderEliminar-"Su nombre, señora Van de Wiele... ¿no será usted la madre de esa chica que dió la vuelta al mundo?".
-"No, era yo", le contestó. Y cuenta que le hizo un efecto raro, porque en su fuero interno no se sentía cambiada pero se dió cuenta que ya tenía edad para ser su madre, mientras que "Penélope" había quedado fijada inmóvil en el tiempo, obstinadamente contemporánea de las chavalitas que seguián leyendo sus aventuras en el mar.
Pues esa mujer siguió navegando, y con más de 50 años es cuando dedicó esas frases a su compañero.
Preciosos pensamientos y bonita anecdota
ResponderEliminar¡Que tengais buenos y placidos vientos en vuestras travesias!.