El estuario del río Miera constituye un espacio natural que todo el
mundo en Santander conoce como “Río Cubas”. Son los últimos meandros del
río, sujetos a la influencia de la marea, que desemboca en la bahía. Es
navegable unas cuatro millas a través de numerosos meandros que
discurren entre un paisaje de pastos y tierras de cultivo, muchos de
ellos ganados al mar mediante rellenos. El problema es el puente que
cierra su entrada, porque impide el acceso a los veleros que no podemos
pasar con los mástiles por debajo. Por eso la excursión al Río Cubas
debemos hacerla en motoras.
Elegimos un día de pleamar viva, más de 100 de coeficiente, para garantizar el acceso hasta el final de su recorrido y evitar sorpresas desagradables con los bajíos. Como todas las rías, la cartografía es sólo aproximada y cada año o cada riada pueden modificar el calado en algunos puntos. Además hay que tener mucha precaución con los obstáculos inesperados, fundamentalmente árboles arrastrados por el río. Otra precaución es corregir la pleamar con un retraso de 1-2 horas respecto a lo indicado en las tablas (referenciado a la entrada de la bahía) que es el tiempo que tarda la corriente de marea en alcanzar la parte alta de la ría.
En los meandros debe buscarse la zona más profunda en la orilla que haga la curva mayor en cada concavidad del río. Las orillas tienen vegetación espesa, árboles enormes que recuerdan el Amazonas, y algunas viviendas particulares delatadas por embarcaderos rústicos. En un paisaje típicamente campestre más que marinero, desfilan por la borda campos de siega, pastos donde las vacas conviven con garzas y garcetas, caballos, rollos de siega ensilados en plástico, un convento que se refleja en el agua, y todo ello aderezado con las numerosas especies de aves acuáticas y de todo tipo que levantan el vuelo cuando se acercan las motoras. Al final de la zona navegable, cuando el agua es predominantemente dulce por estar poco influida por la marea, es posible ver tortugas tomando el sol, probablemente ejemplares abandonados de acuarios caseros que han encontrado allí su hábitat.
Elegimos un día de pleamar viva, más de 100 de coeficiente, para garantizar el acceso hasta el final de su recorrido y evitar sorpresas desagradables con los bajíos. Como todas las rías, la cartografía es sólo aproximada y cada año o cada riada pueden modificar el calado en algunos puntos. Además hay que tener mucha precaución con los obstáculos inesperados, fundamentalmente árboles arrastrados por el río. Otra precaución es corregir la pleamar con un retraso de 1-2 horas respecto a lo indicado en las tablas (referenciado a la entrada de la bahía) que es el tiempo que tarda la corriente de marea en alcanzar la parte alta de la ría.
En los meandros debe buscarse la zona más profunda en la orilla que haga la curva mayor en cada concavidad del río. Las orillas tienen vegetación espesa, árboles enormes que recuerdan el Amazonas, y algunas viviendas particulares delatadas por embarcaderos rústicos. En un paisaje típicamente campestre más que marinero, desfilan por la borda campos de siega, pastos donde las vacas conviven con garzas y garcetas, caballos, rollos de siega ensilados en plástico, un convento que se refleja en el agua, y todo ello aderezado con las numerosas especies de aves acuáticas y de todo tipo que levantan el vuelo cuando se acercan las motoras. Al final de la zona navegable, cuando el agua es predominantemente dulce por estar poco influida por la marea, es posible ver tortugas tomando el sol, probablemente ejemplares abandonados de acuarios caseros que han encontrado allí su hábitat.
A mitad del recorrido hay una poza en el río y en su orilla unos árboles
enormes, con una gruesa maroma (“la liana”) donde los niños juegan a
Tarzán tirándose al río. Los días de crecida se añade el aliciente de
que el agua está marrón, lo que da al baño cierto componente de
transgresión de lo que les dejan hacer habitualmente. Cerca del final de
la zona navegable hay una isleta que divide al río en dos, y en el
siguiente meandro otra que le cierra totalmente, a partir de la cual
sólo puede seguirse en piragua. Es el momento de dar media vuelta y
emprender el camino de regreso.
Esta es la dibucarta del Río Cubas, de recuerdo de la navegación de ayer. Aunque estuvo toda la tarde amagando con llover y al final en efecto descargó, fue una tarde muy bien aprovechada.
Esta es la dibucarta del Río Cubas, de recuerdo de la navegación de ayer. Aunque estuvo toda la tarde amagando con llover y al final en efecto descargó, fue una tarde muy bien aprovechada.
Hola grumetillos ayer amenazaba lluvia y a pesar de eso nos atrevimos a subir el rio Cubas con las motoras hasta casi su limite navegable.Alli nos divertimos con la liana y nos bañamos todos porque el agua aunque turbia estaba calentita. Luego fuimos a celebrar el cumple de Javier y de Julio aunque acabo lloviendo. ¿A que no vamos a dejar que unas simples gotas nos fastidien la diversion?
ResponderEliminarEs conveniente que los grumetillos conozcan bien todo lo que flota, por lo que con el permiso del patrón me atrevo a corregirle respecto al "Cantabria" ya que no es una fragata sino un BAC (Buque de Aprovisionamiento de Combate).
ResponderEliminarCon mis saludos
José Manuel
Gracias por la precisión, Jose Manuel, que es muy bien recibida. Yo fui objetor de conciencia y no hice la mili, por lo que tengo una carencia en estos conocimientos militares. Un saludo.
ResponderEliminar