De vuelta en Santander tras 15 días vagabundeando por la costa de Asturias y Cantabria en el Corto Maltés, hemos reanudado las navegaciones con el grupo de niños del Hospital Valdecilla. Ayer fue un día especial pues nos acompañó el Bon Temps.
Es un
barco de madera caracterizado por su aparejo de
dos palos y botalón, 5 velas (en vez de las dos de nuestros barcos) y sus casamatas o casetas muy pronunciadas, lo que le
confieren una forma peculiar y diferente de otras embarcaciones. Se construyó en 1926 y ha sido restaurado por la Fundación Villas del Cantábrico, que tiene la aspiración de construir un velero escuela de aire clásico para Cantabria, y mientras lo logra está contribuyendo a difundir la idea y el conocimiento de la vela con esta joya del siglo pasado. Como su capacidad de embarque es tan grande, ayer nuestra flota estaba constituida sólo por 3 barcos: el Bon Temps, el Corto Maltés y el Maribela.
Hizo un día de mucho calor lo que generó un viento fuerte del Nordeste que nos permitió aplicar muy bien la lección del día, que era la toma de rizos y la elección de la superficie vélica adecuada al viento reinante:
¡Hasta la próxima, que será el 17 de agosto y haremos paipo-esquí!.
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