Hoy hemos sacado el barco a carenar y nos temíamos encontrar la obra viva llena de todo tipo de moluscos y caracolillos. Durante la vuelta a España buceamos varias veces el casco para ver cómo seguía y nos daba la impresión de que se había desprendido toda la patente, que es del tipo autopulimentante que va activándose, pero a la vez desprendiéndose, con el roce del agua. Como el año pasado hicimos sólo en la vuelta a España 2.500 millas, en vez de las alrededor de 500 habituales, era lógico esperar una auténtica selva pegada al casco. Pues ya veis que no:
Ahora estamos preparando el barquito para las navegaciones con los niños del grupo de vela Carpe Diem, y mañana os enseñaremos cómo ha quedado con su nuevo lifting. Gracias a Roberto Balaguer, al artista responsable de tanto bueno.
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