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viernes, 9 de febrero de 2018

Cruza el Atlántico a remo con 60 años... y con Parkinson.

Hola navegantes.

Está claro que la voluntad mueve montañas. Acaban de cruzar el Océano Atlántico a remo dos franceses, Philippe Berquin y Gilles Ponthieux. 52 días remando, más de un millón de golpes de remo y más de 5.000 km. Parece suficiente mérito, ¿no?. Pues fijaos: Philippe tiene 58 años y Gilles 60,  y además tiene la enfermedad de Parkinson. Alucinante.



Ambos son deportistas aficionados (nada de profesionales: el primero es monitor y el segundo dentista) pero convencidos de que las aficiones que te mantienen vivo hay que cultivarlas desde jóvenes y no abandonarlas. Philippe ha cruzado varias veces el Atlántico a vela, el desierto del Sahara en moto y en patín de vela, y es corredor de maratón. Gilles ha cruzado el Atlántico a vela, pero también a remo y en solitario a los 50 años, empleando para ello 47 días. Hace dos años le diagnosticaron Parkinson.

Lejos de amedrentarse se propuso un nuevo desafío: volver a atravesar un océano remando, esta vez acompañado. Así surgió el proyecto "Quinquatlantic Challenge Audilab" que podéis seguir aquí:

http://quinquatlantic.fr/

 Como podéis ver no son cachas de gimnasio, lo que demuestra lo que dicen todos los que logran estos retos: que lo importante es la fuerza de voluntad para alcanzar un objetivo, más que la forma física. Eso explica las proezas que logran algunos hombres y mujeres excepcionales a pesar de algunos hándicaps que les van mermando las facultades. Brindo por ellos.

El barco es un modelo de 7 metros que ya se va haciendo estandar para estos desafíos, que cada vez emprende más gente. Una piragua un poco grande con una célula de supervivencia, cerrada y estanca, donde se puede descansar, guardar con seguridad los equipos electrónicos y la comida, y donde refugiarse en caso de tormenta (la embarcación es autoadrizable, o sea, si se vuelca por una ola se endereza sola). También es autoachicable, o sea, si se inunda se vacía sola.


La comida ha sido exclusivamente a base de liofilizados, y el agua la obtenían por un desalinizador de agua de mar. Todo su equipo pesaba una tonelada, que han tenido que arrastrar a golpes de rermo hasta la otra orilla del Atlntico. ¡Chapó!.

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