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martes, 9 de septiembre de 2025

Mis conclusiones personales.

Hola navegantes. 

Con un poco de distanciamiento ya puedo esbozar mis conclusiones personales de la navegación por las islas y mares interiores de Francia.

 Ha sido una navegación caracterizada por algunos detalles que a lo mejor desde fuera pueden pasar desapercibidos, pero que para mí han sido importantes:

1.  El trayecto ha sido por lugares ya conocidos.El Canal de Midi sería la tercera vez que lo recorrería, la costa mediterránea de Francia la cuarta, y uno de los mares interiores (el étang de Thau) la segunda; los otros dos (el de Leucate y el de Berre) no los conocía.

 2. Las etapas con Ana iban a ser larguísimas, concretamente dos meses continuados conviviendo en un barquito de 6 metros. Nunca habíamos estado tanto tiempo seguido navegando juntos.

3. Iba a ser nuestra primera navegación con el grumetillo. Convivir con un niño de 4 años en un espacio tan pequeño y cerrado, y más con las condiciones que luego se dieron (la ola de calor) pondría a prueba nuestra capacidad de adaptación y sería crucial para que cogiera afición, o por el contrario odio, al barco.

4. Por distintas circunstancias estaríamos en el Mediterráneo los meses peores, julio y agosto. 

Navegar por sitios ya conocidos a conducido a una conclusión inevitable, en el estado actual del mundo: verlo todo más deteriorado. Concretamente se me han hundido dos paraísos. El primero el Canal de Midi, que conocía como un túnel de verdura y de sombra atravesando Francia, por unos paisajes con todos los tonos de una caja de lápices de colores, y que ahora, con la tala de los árboles, es un erial. En la foto los árboles que había antes y los de ahora:

 


 Y además en muchas zonas aún no se han replantado, quedando la imagen de la desolación y la escabechina:

 Y todo ello empeorado con la dejadez de las autoridades, que dejan colmatarse de algas algunos tramos, que no te dejan avanzar y te calientan el motor:
  

Y el segundo la isla de Bendor, una de las de Paul Ricard, que conocí como un pinar con algunas construcciones, un puertecito de película (el más bonito que he conocido), y esta vez la hemos visto con la entrada prohibida, un guarda de seguridad impresentable y agresivo como un gorila golpeándose el pecho, todas las edificaciones en obras, y todo el terreno disponible lleno de escombros y de vallas.

 

 A cambio algunos de los sitios nuevos nos han encantado, como la Isla Verde, frente a La Ciotat, Martigues, la pequeña Venecia, Leucate con el paquebote Lydia varado voluntariamente en la playa, o el Parque Pastré en Pointe Rouge.

 

 La prueba de los dos meses de convivencia la hemos superado con creces. Volvemos del viaje más unidos al haber superado juntos tantas adversidades, y haber diseñado tantas prestidigitaciones para superar el calor, los golpes de mistral, el accidente que nos arrancó la base del palo, o los sucesivos cambios de planes a que nos vimos obligados.

 La experiencia con el grumetillo ha sido maravillosa. A pesar de su corta edad se adaptó perfectamente a vivir con nosotros sin sus padres, a los horarios intempestivos, al calor (que él sufría más por el chaleco) a ducharse en la bañera con el agua de una botella, a las comidas atípicas y a pasar la tarde, a veces, en pueblacos sin ninguna distracción para los niños. Y disfrutando de esos comentarios de los niños pequeños que te hacen reír con todo el cuerpo. En la foto, acercando el barco al muelle para que bajara Ana.


 Y respecto a navegar por el Mediterráneo en Julio y Agosto ya está todo dicho: haced lo posible por evitarlo. El turismo lo estropea todo, y en lugares que conocíamos casi despoblados y auténticos ahora hay hasta trenecitos para recorrer las calles sin tener que andar, y los paseos marítimos llenos de chiringuitos con olor a refrito y puestos de sombrillas, chanclas, pulseras, esquileros y kits de cubos con pala y rastrillo. Un horror. 

Y con relación al barco, simplemente y por desgracia todas mis enseñanzas pueden quedar encapsuladas en repetir las ventajas de un barco pequeño. Nunca nos ha faltado atraque en las marinas a pesar de estar en temporada alta y pedirlo a veces en el mismo día. Con un barco más grande es muy posible que nos hubiéramos visto atascados en las zonas con menos agua del Canal de Midi,  que no hubiéramos podido entrar en alguno de los mares interiores por el calado, y que no hubiéramos podido hacer el plan B de volver en un camión. Y  creedme: con un barco pequeño caes simpático en los puertos y se esfuerzan por ayudarte. En cuatro marinas no nos cobraron alguna noche, bien haciéndose los despistados o dejándonos con la boca abierta al decirnos directamente que era un regalo. Y en otra ya fue la caraba, porque no tenían ningún servicio y nos dejaron usar la ducha y el frigorífico de una peniche de alquiler, que en ese momento estaba vacía.

Así que ya lo sabéis si me estáis leyendo y tenéis un velero pequeño: tenéis que veniros arriba y salir a descubrir las costas y las aguas interiores con él. Eso sí, con prudencia y buena planificación. Seguro que no os arrepentiréis.

Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. Fantástico como siempre Alvaro. Enhorabuena por esa constancia en conseguir tus propósitos. Felicitaciones también a la tripulación en especial a esa maravillosa mujer que te acompaña.

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  2. Magnífico resumen, Alvaro!

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