MI amigo Milo puso ayer en un comentario la razón de la H muda de los remolcadores de Santander. Como desde los "comentarios" no funciona el enlace, lo reproduzco aquí. Gracias, Milo.
'VEHINTISIETE', 'TRHEINTAYUNO', ...
la curiosa historia de los remolcadores del puerto de Málaga
Los buques, de una
empresa con origen en Santander, son conocidos por su calidad y por
llevar una 'h' en sus nombres, por los que se les identifica incluso
internacionalmente
Esquina del
Muelle Uno. Cerca de La Farola, justo en el nuevo
espacio creado en el puerto con una cristalera que mira hacia el dique
de Levante y la estatua de Elena Laverón 'Mujer banco'. Un turista
nacional realiza fotos entusiasmado por el paisaje, la luz, los barcos…
Encuentra un encuadre que le gusta. Varios
remolcadores amarrados con el ferry que hace la ruta a
Melilla al fondo de la imagen. No lo duda, dispara con su teléfono móvil
pensando en que la foto puede estar bien para su
Instagram. Cuando se dispone a comprobar la instantánea algo le sorprende. El primero de los barcos tiene como nombre
'THREINTAYUNO'… Lo vuelve a mirar, sí… 'THREINTAYUNO'…
¿Una errata? ¿Un número en portugués?
Pues ni lo uno ni lo otro. En el
puerto de Málaga operan actualmente dos remolcadores (el
'VEHINTISIETE' Y EL
'VEHINTIOCHO') que realizan, entre otras, tareas de apoyo de la maniobra de otros buques u objetos flotantes. Mientras que otros dos -el
'VEHINTINUEVE' Y EL
'THREINTAYUNO'- que también tiene base en Málaga
realizan trabajos fuera del puerto, ya que la compañía a la que
pertenecen, Rusa Málaga S.L., perteneciente al Grupo Remolques Unidos de Santander, también operan en aguas internacionales, allí donde son
reclamados. De hecho, esta misma semana, el citado remolcador
'THREINTAYUNO', salía de noche del puerto de Málaga a buscar un barco
containero de 149 metros de eslora, que había sufrido un incendio al
norte de Argel y se había quedado sin máquina. Y es que estos barcos
también cuentan con equipos de salvamento o contra incendios de agua y
agua espuma, así como bombas de achique para buques siniestrados en el
mar.
¿Y qué ha llevado a que sean denominados
con esa peculiar ortografía?. Sus nombres vienen de lejos pues antes que
los anteriormente citados ha habido muchos otros. Concretamente el
primero de ellos que llegó a Málaga lo hizo en 2011 y fue precisamente
el
'HONCE'. Años después llegaron el
'QUIHNCE',
'DIHECISEIS', '
DIHECISIETE',
'DIHECIOCHO',
'VEHINTE', etc.. hasta los actuales. Y es que su renovación (se suelen vender a otros países) es constante.
Como
se ha visto, todos ellos con esa peculiar 'H' a la hora de escribir el
número, que podría pensarse que viene por la clase 'H' como se conoce a
un tipo de remolcadores considerados clásicos. En este caso, la
explicación va más allá.
Enrique González Fernández, fundador de la actual empresa cántabra
Remoques Reunidos en 1962, comenzó a operar con
pequeños barcos pesqueros de segunda mano construidos en madera que
finalmente se transformaron en remolcadores. Años después, en 1973 tras
asociarse con empresarios del mundo marítimo de Santander, comenzaron a
ordenar las construcciones de sus remolcadores en Astilleros Cántabros,
según cuentan desde la empresa.
Al primero, por lógica se le llamó 'UNO'. Sin embargo, la administración de la época denegó
que se pudiera poner tal nombre y obligó a cambiarlo ateniéndose a la
normativa del nombre e indicativo de matrícula de la embarcación. «Decía
algo muy similar a la
actual,
que impedía poner números en los nombres, aunque podía entenderse que
un número escrito no entraba en esa definición, pero la realidad es que
la administración lo denegó y nos hicieron cambiarlo», comenta
Roberto González, director general de Remolques Unidos.
¿Qué hicieron entonces? Pensaron incorporar
la letra 'H' a cada uno de los barcos que tenían para que se
pronunciara igual y cumplir con aquella salvedad. «Para esas primeras
construcciones se decidió que la H ocupara el puesto que indicaba su
nombre siendo en 'Huno' la primera, en 'Dhos' la segunda, en Trhes la
tercera, pero en ningún momento se pensó que podríamos llegar al número
'TRHEINTAYTRES'...», explica.
Dicha denominación, que suena como los
números habituales, facilita las operaciones en las que hay varios
remolcadores implicados y en las que pueden dirigirse a ellos por su
número en las comunicaciones. Esta curiosidad ha hecho que también sean
conocidos como 'los de la H', incluso internacionalmente. «En algunas
operaciones se dirigen a los buques como 2h7 (pronunciado en inglés) en
lugar 27 (en inglés)», asegura González.
Y desde aquel primer 'HUNO' ya van por el
'THREINTAYTRES' y no se sabe hasta dónde llegarán. La empresa Remolques
Unidos tiene actualmente una flota de 14 remolcadores (los que no están
en Málaga están en otros puertos), de los cuales siete tienen esta
denominación. En Málaga, desde donde están desde 2002 algunos han tenido
importantes participaciones tanto dentro como fuera del puerto.
Intervinieron en casos como cuando quedó
encallado el buque portacontenedores 'K Wave en Almayate en 2011 o en el de
la plataforma que quedó encallada en Benalmádena en 2017.
Y
aunque estos remolcadores actuales son sinónimo de modernidad y
eficacia, en el puerto de Málaga ha habido otros antes de la llegada de
los de la 'H', aunque aquel 'Honce' en 2002 supuso una nueva etapa. En
las siguientes imágenes del Puerto de Málaga, se pueden ver algunos de
los antiguos remolcadores de Málaga como el Valdivia, el Cánovas o el
Torrebermeja (con el Fuengirola detrás), aunque ha habido otros como el
Torre del Mar o Torre Vigía.
En Santander han bautizado a los remolcadores de una forma curiosa. En vez de ponerles el nombre de marinos famosos, héroes nacionales, estrellas del firmamento o cosas similares, les han puesto los números cardinales con una H muda intercalada:
En la vuelta a Francia con el Corto Maltés vimos en Saint-Malo un "Vehintitres". Primero pensamos que era el de Santander haciendo allí algún trabajito, pero no, el barco está matriculado en Saint-Malo:
Si alguien conoce el origen de esta costumbre y por qué han podido copiarla en Francia, que lo comparta.
En la vuelta a Italia con el Corto Maltés llegamos en agosto al puerto de Santa María di Leuca, en el tacón de la bota italiana, donde termina el mar Jónico y empieza el
Adriático. Su característica principal es la
escalera de Mussolini. Está justo detrás del puerto y se la ve
perfectamente en la aproximación:
Os lo conté en la entrada del 8-8-21. Pues fijaos la "patera" que ha llegado a ese puerto:
Es un Bavaria 50 con 106 personas inmigrantes que venían de Turquía. Al parecer las neumáticas, las piraguas de madera y otro tipo de ingenios flotantes están siendo sustituidos por veleros de alquiler. En este caso rozando la capacidad de flotación. Equivaldría, haciendo una proporción por la eslora, ¡a llevar en el Corto Maltés a 50 personas!. Al parecer llegan así todos los días, y en Santa María di Leuca había otros 14 veleros precintados por el mismo motivo, la mayoría veleros de alquiler.
Esta nueva forma de inmigración ilegal plantea diversos problemas que se añaden a los que hay de fondo. Principalmente cómo hacen para pasar por las islas griegas sin ser detectados, por qué no lo sospechan las empresas de alquiler, que al final pierden un barco, quiénes manejan esos veleros que necesitan cierta competencia técnica para gobernarlos, y más así sobrecargados, etc.
Preguntas sin respuesta que iremos conociendo en los próximos meses. Nosotros en la vuelta a Italia tuvimos la suerte de no encontrarnos con ninguna patera, una de las cosas que más temíamos, porque supone un problema ético, de riesgo de naufragio y legal de mucha enjundia.
Ético por las dudas de conciencia de ayudar a personas que están huyendo de zonas conflictivas, sabiendo que cuando toquen el puerto a donde eventualmente les ayudes a llegar van a devolverles a su país.
De riesgo de naufragio porque con la ansiedad pueden subir a bordo más personas de las que aguante el barco, y volcarse o directamente hundirse, con el coste en vidas de ese accidente.
Legal porque pueden acusarte de apoyar a la inmigración ilegal y acabar en juicio y en la cárcel, como ya hay muchos precedentes.
Problemas para los que reconozco que no tengo una respuesta, y supongo que en el momento improvisaría haciendo lo que me dictase el corazón.