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viernes, 14 de febrero de 2020

Ya cuadró todo.

Hola navegantes.

Hoy nos han traído la colchoneta que habían cortado al revés, y por fin ya cuadra todo el tema "colchonetas". Por lo menos en la vuelta a Italia el descanso lo tenemos garantizado, al menos en lo que dependa de la comodidad de los colchones. En los de más uso, además, hemos puesto una capa de unos centímetros de viscoelástico. El de la primera foto es el que estaba cortado al revés. Los siguientes los de popa y los de proa.



El tema del descanso no es una tontería.  En las travesías largas se llega a la noche más cansado que tras una ruta de montaña, por la necesidad de compensar durante tantas horas los movimientos de las olas, lo que pone en acción todos los músculos del cuerpo. Si a ello se añade el propio movimiento del barco durante las horas de sueño, que también te obliga a activar algunos músculos aunque estés dormido, y el frío que a veces no te deja descansar (el barco está mal aislado y en su interior hace prácticamente la misma temperatura que al aire libre, muchas noches hemos dormido a 10 o 12 ºC) se comprende la necesidad de no empeorarlo con una colchoneta que te haga dormir sobre la madera.

Y más en la travesía que planificamos (nada menos que llegar hasta Venecia navegando desde Santander) que es la más larga que hemos emprendido nunca con el Corto Maltés. La ruta teórica van a ser unas 2.600 millas (más de 4.500 km), pero hay que tener en cuenta que en la vela pocas veces se hacen los recorridos a rumbo directo y los imprescindibles bordos pueden alargar la ruta al doble o al triple. Como comparación, la vuelta a España fueron 2.516 millas reales y la vuelta a Francia 2.065. Esperamos estar en el barco entre 3 y 4 meses, y eso bien se merece asegurar el descanso nocturno.

Aprovecho para enseñaros el invento de la brújula de techo. Es una de esas de montaña con el fondo transparente, que te permite ver la aguja desde abajo. La tengo atornillada en el techo de la camareta justo encima de la cama que yo uso. Tiene que ver con el descanso porque me evita tener que levantarme de la cama por la noche o en la siesta para ver si el barco ha garreado o se ha salido de rumbo. Al acostarme oriento la alidada con la aguja de la brújula, y siempre que entre sueños abro los ojos (que en el barco es muy a menudo) sin salir del saco compruebo que sigue en la misma orientación. Si es así, vuelvo a dormirme y me he ahorrado salir del saco a mirar afuera. Y si se ha desviado es una de dos cosas. Navegando, que el barco ha cambiado de rumbo. Fondeados, que el barco ha garreado (al garrear el ancla el barco se atraviesa al viento y la aguja se desvía unos 90 º) o que se ha invertido la marea o ha rolado el viento. En cualquiera de esos casos el velero se ha orientado hacia otro eje de la rosa de los vientos y la brújula lo detecta, y no me queda otra que levantarme a ver la situación.




Hasta mañana navegantes.

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