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lunes, 14 de enero de 2019

La cara positiva de un suspenso.

Hola navegantes.

Suspender y tener que repetir un curso de la carrera, ¿os parece un drama a los 24 años?. Pues no debería serlo. Pienso mucho en la frase que oí a una señora de 90 años: "Enmarca todo supuesto desastre con estas palabras: ¿en cinco años, esto importará?".

Seguramente acabar la carrera de farmacia un año antes o después sea absolutamente indiferente en el curso de una vida, y mirad lo que decidió esta estudiante francesa, Clara Dumard, cuando tuvo que repetir 4º de Farmacia.


 Lo primero fue considerar aquello como una oportunidad en vez de como un fracaso. Lo segundo retomar una idea infantil de navegar con su padre por el Polo Norte. Dedicó unos meses a buscar patrocinadores, una campaña de micromecenazgo (crowdfunding), crear una empresa para gestionar su proyecto, comprar un velero de segunda mano, acondicionarlo para la navegación polar, y convencer a su madre y hermanos para que les ayudasen en las cosas prácticas durante su ausencia (desde mandarles los boletines meteorológicos a encargarse de sus redes sociales, su casa o sus facturas). Convencer a su padre para acompañarla no debió de costarle mucho, pues es también navegante y quien le introdujo en ese deporte de niña.

Finalmente partieron el pasado verano para una ruta de 9.000 millas intentando pasar exclusivamente a vela (sin apoyo del motor) el llamado Paso del Noroeste, que es la travesía del Océano Atlántico al Pacífico por el Norte de Canadá, bordeando los hielos del Polo Norte. Hasta entonces no lo había hecho nadie sólo a vela. Al final no lo consiguieron, porque ese paso no es practicable todos los años ya que depende de la permeabilidad de los estrechos, y a su vez ésta depende del derretimiento de los casquetes polares. Pero aquí puede aplicarse este proverbio japonés: "Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar". En agosto estaban en el ártico canadiense esperando, junto a otros veleros, y ya fue evidente que ese año el paso no se abriría.


La alternativa de invernar allí no entraba en sus planes, y la de pasar a toda costa tampoco.  Otro velero argentino lo intentó, fue atrapado entre dos placas de la banquisa, elevado fuera del agua por la compresión de los hielos, vuelto a dejar caer y naufragó, salvándose los tripulantes de milagro. Por lo tanto Clara y su padre, Christian, volvieron a Francia recorriendo la costa canadiense en vez de batir ningún récord, pero fue una experiencia igualmente positiva. Convivieron con los osos polares y los inuit, conocieron aldeas donde el alcalde es que el que caza más narvales, identificaron zonas de costa mal cartografiadas desde el siglo pasado,  aprendieron a reconocer los icebergs de noche por el ruido de las olas, y estrecharon sus lazos personales.


 Ahora, de regreso en Francia, ¿alguien cree que ese año de la carrera "perdido" le cerrará alguna puerta a Clara en el mercado laboral?. ¿O más bien será lo contrario?.  Cada uno que piense lo que quiera.

¡Con cuidado, navegantes!.

3 comentarios:

  1. Interesante historia.
    Donde puedo leer algun articulo del velero argentino, que comentas que lo inten ¿to y quedo atrapado?
    Salu2 y gracias, Daniel.

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  2. Hola Daniel. Yo lo leí en el Voiles et Voiliers de diciembre, pero también puedes verlo aquí:

    https://groups.google.com/forum/#!msg/fr.soc.environnement/Fy98oXhohvg/GaFnaztaBAAJ

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