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miércoles, 25 de julio de 2018

El segundo desembarco de Normandía, un fracaso.

Claro, el ejército inglés tenía más medios que nosotros. En junio de 1944 montaron un puerto artificial en Arromanches (Port Winston) trayendo a remolque desde Inglaterra, e incluso algunos descendiéndolos por el Támesis, unos bloques de hormigón del tamaño de un edificio de seis pisos cada uno. Al llegar a la costa francesa los hundieron hasta que tocaron fondo llenándolos de agua y arena, y con eso construyeron el mayor puerto artificial de la historia, de unas 300 hectáreas, por el que desembarcaron 700.000 toneladas de material bélico. Era el desembarco de Normandía.



Con los años las tormentas han destruido el puerto pero ha quedado como un vestigio de la Segunda Guerra Mundial y en algunas cartas náuticas siguen catalogándolo como Port Winston.

Nos apetecía conocerlo y desembarcar allí. Pero ayer se complicó todo. Para empezar hizo menos viento que el previsto y la etapa se alargó mucho, con lo que nuestra escala prevista, en Courseulles Sur Mer, nos iba a obligar a pasar por Port Winston sin detenernos. Entonces decidimos arriesgarnos a hacer escala en él, a sabiendas de que esos bloques disgregados ya no ofrecen protección ninguna. Llegamos casi de noche y tuvimos que pasar por ese laberinto de bloques, con el agravante de que la única entrada balizada, la Norte, no está actualizada. Aquí podéis ver que aparentemente pasamos por encima de uno de los bloques sumergidos, aunque estábamos siguiendo el balizamiento:


En segundo lugar, dio la mala suerte de que por la noche, en vez de calmarse el viento como es lo habitual, arreció. Fondeamos en 5 metros de fondo cerca de un naufragio, sin conocer el tipo de fondo, sometidos a ese viento de fuerza 4 y a una corriente lateral de 3 nudos. Casi nada. Para no pegar ojo. Yo no he dormido más de una hora, preocupado por el agarre del ancla, despertado por las alarmas de garreo, y sobresaltado por los ruidos de la jarcia y de las olas. Aquí veis al pequeñín fondeado nada menos que en Port Winston. Parece una tontería pero estamos muy orgullosos de haberlo hecho.


Y para seguir con las adversidades, por la mañana teníamos previsto desembarcar en la playa, como los aliados. Pero al echar el inflable al agua para hacer las primeras fotos fue manifiesto que la corriente podía con nosotros. Menos mal que soy prudente por naturaleza y había atado el inflable al barco con un cabo largo, y me pudo recuperar David, que si no termino arrastrado por la corriente a mar abierto, y él sin poder levantar el fondeo. Porque lo último es que la maldita ancla no quería despegarse del fondo, y nos costó sacarla tirando entre los dos.

A pesar de ello mereció la pena, y estas fotos crepusculares de lo que queda de Port Winston son un homenaje y recuerdo a aquellos valientes que libraron a Europa del fascismo:




Después de la noche toledana hemos venido a Courseulles Sur Mer, una etapa corta para poder dormir y reponer fuerzas. Está en el interior de un río que se seca en bajamar y es un puerto con esclusa. Fijaos si aquí será dura la navegación que se encomiendan al mismo Jesucristo al salir del puerto, con esta imagen tan extraña de un crucifijo gigantesco en el espigón:


Todo el pueblo es un inmenso recordatorio a los soldados canadienses (¡14.000 voluntarios!) que participaron en el desembarco en esta playa. Muy emocionante.

Mañana intentaremos llegar a Le Havre, en la desembocadura del Sena, por donde también se puede llegar a París. Aunque nostros seguiremos hacia el Norte para dar la vuelta entera a Francia, según lo previsto. ¡Salud y República!

1 comentario:

  1. Me alegro que saliese todo mas o menos bien, tened cuidado y sed prudentes.
    Salu2, Daniel.

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