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martes, 8 de noviembre de 2016

Dibufirma de Imperia.

Hola navegantes.

Salimos del puerto gafado de Finale Ligure hacia Imperia y por el camino paramos en la Isla Gallinara. Es privada, de unos 300 metros de diámetro, con un muellecito en el que al parecer no ponen inconveniente a que los yates lo usen por la noche o en casos de dificultades en la navegación. Debe su nombre a las gallinas salvajes que vivieron en el pasado. Desde el muelle una persona nos vigilaba con los prismáticos. Ni era de noche ni estábamos en dificultades de navegación, así que nos pareció mucha cara dura entrar haciéndonos los despistados. Contorneamos la isla y con los prismáticos vimos las edificaciones que tiene: una casa señorial, una iglesia, una torre, y la casa en el puerto para los guardas. Lo más sorprendente, aunque nos enteramos más tarde al volver a Santander, es que también allí hay un Cristo sumergido (44º 1,41’ N; 8º 13,63’ E). Se colocó en 1998,  a 18 metros bajo el agua. Debimos pasar por encima de él sin saberlo, igual que nos pasó la primera vez en San Fructuoso. ¡Qué pena!.

 Por la tarde llegamos a Imperia. Es una unión de dos pueblos, Oneglia y Porto Maurizio,  separados por un río pero que ya son una única aglomeración urbana. El río, con el pomposo nombre de “Impero Torrente”, es en realidad un cauce de agua ridículo al que le sobran casi todas las letras de su nombre, porque antes de llegar al mar es detenido por la arena de la playa y el poco agua que lleva se filtra por debajo de la arena para, se supone, alcanzar el mar. Estaban de fiestas y hubo fuegos artificiales.


Ver entrada del 24 de junio.



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