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miércoles, 18 de mayo de 2016

Isla de Porquerolles.

Hola navegantes.

Hoy salimos de Embiez resignados a una etapa a motor, por el pronóstico de vientos escuálidos del W, y por suerte no acertaron. A media mañana el viento refrescó, y con el espí y la mayor hicimos casi toda la etapa a unos 4 o 5 nudos bajo un sol espléndido. Una gozada de navegación. En total 23 millas en unas 6 horas para llegar a la isla de Porquerolles.

Ya os dije otro día que a los militares franceses les encanta disparar al mar. Íbamos tan tranquilos cuando empiezan a emitir por la radio un aviso de que van a hacer una explosión submarina. Al dar las coordenadas vimos que era cerquísima de por donde navegábamos nosotros. Ante la duda de haber entendido bien llamé al equivalente a Salvamento Marítimo en España para confirmarlo. Ellos no quisieron comprometerse y me dijeron que llamase al barco de guerra encargado de la explosión. No hizo falta porque toda nuestra conversación fue por el canal 16 ya que no me pasaron a otro, y me llama a mi el capitán del barco de guerra para decirme la posición y que había que salir de la zona en menos de media hora y no acercarse a más de 700 metros.

Como ya estábamos fuera de su perímetro y alejándonos no nos preocupamos mucho, aunque nos sorprendió ver a otros barcos que se cruzaban con nosotros en dirección a la zona de la explosión, e iban tan tranquilos. Seguramente no llevaban la radio conectada, como es obligatorio. El caso es que poco después vemos emerger a nuestra popa un submarino, y aparecer por nuestro estribor una patrullera sobrevolada por un helicóptero. ¡Que susto!. Volvimos a comprobar la posición y efectivamente estábamos ya fuera de su zona, pero suponemos que ambos, y sobre todo el helicóptero, estaban confirmando que el perímetro estaba despejado.

A la hora exacta, y después de varios avisos de que la explosión era inminente, hicieron una cuenta atrás por la radio, 6, 5, 4, 3, 2, 1 y ...

... No vimos nada. ¡Vaya chasco!. Nacho tenía la Gopro preparada y yo los prismáticos, pero nada. ¿Se les mojaría la carga?. Por el contrario, uno de los días que navegué con Mario sí que la vimos y fue como un volcán echando un chorro de agua al aire que tardaba casi un minuto en volver a caer.

Además de estas emociones también vimos y grabamos un pez luna, y mantuvimos una especie de regata con un velero de 42 pies que primero nos adelantaba gastándonos bromas y diciendo que nos invitaba a ron. Pero entonces pusimos el espí y les adelantamos nosotros, y ya no nos despegamos de ellos hasta Porquerolles.

Llegamos a Porquerolles a las 15.30 en plena forma. Es una isla que en el siglo XVI, para atraer habitantes y mano de obra, tuvo el privilegio de que los criminales obtenían asilo e inmunidad mientras se quedasen a vivir en la isla. La mayoría se hicieron ciudadanos honestos. El privilegio se abolió en el siglo XVII. Ahora vive sobre todo del turismo.

Como en todas las islas el agua es un bien escaso. En las torres de agua del pantalán hay un botón verde que limita el tiempo de uso de la manguera, y las duchas son con una ficha de un euro y medio que dura sólo 4 minutos. A los 4 minutos se para y si no has terminado tienes que salir a la calle enjabonado. Hay que calcular bien.

Hemos recorrido toda la isla con las minibicis por senderos como los del año pasado en Bretaña, más hechos para todoterrenos que para bicis, conociendo sitios preciosos. Aquí hay muchos más habitantes que en Embiez pero, igual que allí, cuando ser marcha el último ferry con los turistas se queda todo en una tranquilidad absoluta. Ahora mismo el pueblo está en un silencio absoluto y no se oye ni el viento.

Mañana vuelven a pronosticar vientos fuertes del W y aún no hemos decidido lo que hacer. Nos gustaría poder llegar a Ste- Maxime para recoger la neverita, pero no estamos seguros de poder llegar. Lo decidiremos a las 6 al ver el panorama cuando nos despertemos.

2 comentarios:

  1. ¡Que maravilla de viaje! Que envidia sana me dais....

    Saludos

    Higinio

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  2. Que bonitas y tranquilas parecen estas islitas.

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