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martes, 30 de junio de 2015

La Turballe

Hola navegantes.

La entrada de hoy la escribe Alicia, la sobrina de Álvaro que lo acompaña en esta etapa del viaje.

Hoy hemos tenido un día un tanto bipolar. La salida de L'Herbaudier la hicimos con un viento moderado del sureste, que nos venía muy bien para el rumbo que queríamos llevar. Así nos encontramos yendo a seis nudos en rumbo directo hacia Belle Ile, un objetivo bastante ambicioso que esperábamos conseguir, siempre y cuando el viento se mantuviese con esa fuerza. Sin embargo, tras unas dos horas en las que alternamos navegación en empopada y de través, vimos que la fuerza del viento comenzaba a disminuir, poco a poco, hasta dejarnos con el génova flameando. En un intento de llegar a la isla, pusimos el spi, pero ni siquiera esa maniobra consiguió salvar la navegación, pues el viento siguió disminuyendo hasta dejarnos en unos míseros dos nudos. Nos vimos obligados a cambiar el destino, ya que llegar a la isla en tales condiciones era imposible. Tras mucho debate sobre si ir hasta la isla de Houat, localizada un poco antes de Belle Ile, o acortar drásticamente la travesía y dirigirnos hacia La Turballe. Como podréis deducir, decidimos tomar la ruta corta.

Encendimos el motor y cambiamos el rumbo.

Mientras tomábamos la difícil decisión de que rumbo tomar, el calor del mediodía nos azotó con toda su fuerza, ya que no había apenas viento que refrescara el aire. Como apenas íbamos a un nudo después de quitar el spi, me puse el bañador y me dispuse a darme un chapuzón rápido. He de admitir que nadar en mar abierto me da bastante miedo, así que mi descenso por la escalera fue, cuanto menos, lento y lleno de embarazosas miradas a mi alrededor para comprobar que no hubiese tiburones, medusas, ballenas u otros animales terroríficos (aquí debo agradecer a Álvaro que me recordase de la existencia de los calamares gigantes). En una de esas incursiones visuales, ví chapoteos a unos cincuenta metros. ¡Delfines! Se acercaban a nosotros con asombrosa velocidad, saltando, como es típico, y yo nunca había visto nada más aterrador en mi vida. Intenté mantener la calma, pero ví uno de unos dos metros pasar por debajo de mi y subí la escalerilla con toda la velocidad que pude. Sin embargo, no debíamos llevar velocidad suficiente para que nos acompañasen, y, para alivio mío, se fueron.

A cambio mañana iremos a conocer la isla Dumet, que es como la del náufrago, con su playita y todo.

En La Turballe en lugar de darte número de pantalán viene a recibirte un botero que te lleva hasta el hueco que vas a ocupar. Como veréis en esta ocasión nos venía grande.

Un saludo.

lunes, 29 de junio de 2015

El paso de Gois.

Hola navegantes.

Hacía años que quería conocerlo y por fin lo he conocido. Hoy hemos ido con las bicis al paso de Gois. Nos hemos tenido que hacer 25 km a primera hora de la mañana para llegar con la bajamar, pero llegamos justo en el momento. Es la carretera sumergible de la que os hablaba ayer. Se tiene conocimiento de ella desde 1700 aunque se le han ido haciendo mejoras progresivas. Actualmente está en algunos trozos pavimentada y en otros asfaltada. Como llegamos en bajamar estaba llena de coches de pescadores y de gente mariscando. Todo lo que veis en la primera foto dentro de dos o tres horas estará 4 metros por debajo del nivel del mar. Tiene cosas curiosas, como señales de tráfico que dentro de unas horas sólo se verán buceando, y tramos de carretera con señalizaciones marítimas, como la marca cardinal de la tercera foto. También vimos algunas medusas enormes. Los balconcillos que están encima de un poste son los puestos de seguridad para si alguien le sorprende la marea y no le da tiempo a llegar a la costa. La carretera en total mide 5 km y la marea sube muy deprisa. Si os descuidais os puede pasar como a los chicos o al coche de la otras fotos.

Nosotros la ida la hicimos bien, la vuelta por los pelos. Entre las dos última fotos sólo han transcurrido unas 3 horas, imaginados cuando sea la pleamar.

Hasta mañana navegantes.

domingo, 28 de junio de 2015

Por fin un día de pura vela.

Hola navegantes. 

Por fin hoy hemos tenido un día de navegación a vela. Y además empezó de una manera muy agradable. Cuando estábamos aparejando volvieron de pescar los de la motora del pantalán de al lado y después de intercambiar unas palabras nos regalaron dos nécoras. Se ve que se apiadaron de nosotros que nos perdimos ayer el catering de marisco. Parecen gemelitas y a la noche las cocinó Alicia cómo después os contaré.

Todo el día hemos navegado con viento suave del noroeste que nos ha permitido una travesía de ceñida con muy pocos bordos, ya que la travesía de hoy era en dirección nordeste. Hemos venido al puerto de L'Herbaudiere, situado al norte de la isla de Noirmoutier. Por esta zona empieza a verse más tráfico de veleros, y hoy hemos contado hasta 14 en el mismo trayecto. Justo al norte de la isla hay un islote llamado del Pilier, que tiene dos faros y un único edificio que se recortan en el horizonte. Entre la isla y el islote queda un paso de poco más de una milla con fuertes corrientes por el que se puede acceder al puerto de l'Herbaudiere y es el que utilizamos ya que hoy las condiciones meteorológicas eran muy favorables.

Llegamos a primera hora de la tarde después de hacer 24 millas en unas 7 horas, bajo un sol espléndido. Los últimos 500 metros de acceso al puerto son por un canal muy estrecho rodeado de rocas que hay que seguir con una enfilacion al 187 grados de la bocana. En la foto podéis ver Alicia tomando esta enfilacion. Como suele ocurrir en estos casos, en la parte más estrecha nos cruzamos con un barco que salía y con una motora que se empeñó en adelantarnos por la derecha, para añadirle un poquito de estrés a la llegada.

Para la cena lógicamente nos preparamos las 2 nécoras con ensalada. Pero ni Alicia ni yo teníamos experiencia en cocinarlas y tuvimos que pedir consejos a nuestros contactos en España. Además no teníamos mayonesa y tuvimos que pedirla prestada en una crepería, que nos la dieron encantados. Lo malo es que era una mayonesa mezclada con mostaza. Como a mí no me gusta el marisco prácticamente se las cenó Alicia, y además dejó un olorcito en el barco que tardará días en quitarse.

Mañana vamos a quedarnos en esta isla principalmente para conocer el paso de Gois. Es una carretera sumergible que cuando baja la marea queda expuesta al aire y se puede circular por ella, y une la isla de Noirmoutier con el continente. Pero cuando sube la marea la carretera queda bajo el agua. Incluso se puede navegar por encima de ella. Mide 5 km y tiene dos refugios a mitad del camino para si alguien le sorprende la subida de la marea que tenga donde guarecerse hasta que vuelva a bajar. Está al sur de la isla y como no hay transporte público tendremos que ir con las bicis, unos 40 km entre ida y vuelta. Además pretendemos pasar esa famosa carretera en bici, a ver si calculamos bien y no volvemos buceando. Por eso mañana pasaremos el día en esta isla y seguiremos navegando hacia el norte pasado mañana.

A partir de ahora la navegación se nos va a complicar, porque ya hay muchos puertos que se secan en bajamar y para la planificación de las etapas hay que añadirle el cálculo de las horas de marea. Ya os iremos contando.

Hasta mañana navegantes.

sábado, 27 de junio de 2015

Dos formas de navegar a vela.

Hola navegantes.

Alicia y yo hemos dedicado el día a conocer la isla de Yeu en las minibicis. Salimos de Port-Joinville temprano porque queríamos recorrer todo su perímetro, más de 20 km por pistas de todo terreno más que de bicis, como podéis ver en una de las fotos. Fuimos al antiguo faro de Point du But, donde podéis ver la peligrosidad de esta costa: más de una milla mar adentro hay unos bajos rocosos que en esta ocasión, por suerte, están señalizados con una marca cardinal oeste. Pero os aseguro que unos kilómetros antes había otros igual de peligrosos sin señalizar.

La foto de la vaca es una pura curiosidad: aquí las tienen con un candado y una cadena al cuello. ¿Será para que no las roben por la noche?. El campano lo llevan colgado de la cadena.

También fuimos al puerto de La Meule, en la costa sur, el más típico de Yeu. Es muy pequeñito pero precioso, entre dos acantilados de rocas y presidido por una Capilla, la de Nuestra Señora de la Buena Nueva. Todo el entorno esta con las típicas casetas de pescadores donde guardan sus aparejos, cada una con su fachada personalizada. También hay un antiguo castillo en ruinas.

Al volver a Port-Joinville pude resolver una de esas tonteriucas que a los navegantes a veces nos traen de cabeza. Al iniciar esta navegación se me rompió "mi taburete", y tuve que tirarlo. Me servía para fregar y cocinar sentado en lugar de estar de pié y encorvado, porque la altura del Corto Maltés no da para estirarse dentro. Pues llevo todo el mes echándolo de menos y sin haber tenido ocasión de sustituirle. Hoy por fin he encontrado uno que me sirve y creo que la calidad del viaje para mi espalda va a mejorar mucho.

Y por fin el hecho que da explicación al título: Cuando salía de ducharme ví llegar a dos catamaranes enormes que obviamente se quedaron en el pantalán de acogida porque dentro del puerto no cabían. Les estaba esperando una furgo de una empresa de catering con una cena de marisco y en un plis-plas les instalaron unas mesas con mantel y todo en las cubiertas de proa para una cena "informal" a bordo. ¿Creéis que si ayer nos hubiéramos quedado nosotros en el pantalán de acogida y hoy hubiéramos sido sus vecinos de pantalán nos hubieran invitado?.

Hasta mañana navegantes


viernes, 26 de junio de 2015

Una paloma anillada.

Hola navegantes.

Esta mañana salimos de Bourgenay con destino a la isla de Yeu. Se preveía un día de poco viento como se ha confirmado. Hemos hecho 34 millas bajo un sol de justicia, la primera mitad sin viento y en la segunda mitad cono el viento de cara como siempre. Estamos empezando a comprender por qué los franceses navegan "a la francesa". En etapas largas como las que estamos haciendo es imposible pensar en hacer bordos de varias millas, o vas " a la francesa" o no viajas. La etapa de hoy nos ha costado 10 horas para hacer 34 millas, dando bordos no habríamos llegado y habríamos vuelto a pasar la noche en el mar.

A la altura de Les Sables d'Olonne íbamos a motor y quisimos acercarnos a conocer el faro de Sagres. Es un faro en mitad del mar, que tuvo un puerto para las barcas de los fareros. Posteriormente el mar lo destruyó. Pero cuando nos acercamos vimos una señal cardinal que mandaba pasar el faro por el norte, y que había rompientes en sus inmediaciones, con lo que cambiamos de idea.

A mitad de la travesía me llevé un susto de muerte. Iba solo al timón y noté que algo se me posaba en la cabeza. Al recuperarme me di cuenta de que era una paloma. Había intentado posarse encima de mí pero con mi reacción se espantó. Después se posó en la cubierta y estuvo allí como una hora. Es una cosa habitual en las navegaciones. Algún pájaro se aleja mucho de la costa y luego se encuentra sin fuerzas para volver, y se posa en el primer barco que encuentra. Normalmente se dejan hasta dar de comer. Nosotros estábamos a siete millas del continente, una distancia enorme para hacerla incluso volando. Le dimos pan pero no lo quiso, sin embargo nos dimos cuenta que cuando salpicado una ola encima de la cubierta se acercaba a chupar las botas con el pico. Intentamos darle agua dulce pero tampoco la quiso por no acercarse a nosotros. Finalmente se marchó cuando en una de las maniobras sacamos el foque y se asustó con el ruido y con el meneo de la vela

Cerca de la isla de Yeu el viento fue arreciando hasta alcanzar fuerza 5 pero como dije siempre de cara. Intentamos hacer algunos bordos a vela pero ya era muy tarde y el rumbo no nos llevaba al puerto. Finalmente entramos a motor. El pantalán de visitantes esta lleno de veleros ingleses de paso hacia el sur, muchos de ellos hacia España. Les llamó la atención vernos en un velero tan pequeño, ellos van con barcos de 12 metros para arriba. Precisamente por ser tan pequeño nos han dado plaza en el interior del puerto en vezbde pasar la noche en el pantalán de acogida, más expuesto a la intemperie.

Mañana dedicaremos el día a recorrer la isla de Yeu en las bicis. Y pasado mañana seguiremos hacia el norte.



jueves, 25 de junio de 2015

Un día de verano con poco viento.

Hola navegantes.

Hoy hemos salido un poco tarde de La Rochelle porque nos habíamos fiado de la información de las cartas náuticas que indicaban que durante la marea vaciante nos beneficiaríamos de una corriente favorable hacia Les Sables d'Olonne de más de un nudo. Así que esperamos en puerto hasta una hora antes de la pleamar. Salimos con muy poco viento entre los dos torres de la Rochelle y nos dirigimos al puente que une la isla de Ré con el continente. Aunque el puente tiene más de 30 metros de altura libre y el Corto Maltés no llega a 8 metros, siempre que pasas bajo un puente con un velero te da aprehensión porque desde abajo parece que no va a caber.

Al final pasamos bien y fuimos recorriendo la costa que ayer habíamos recorrido en bici. Lo malo es que el viento brillaba por su ausencia y hemos ido casi todo el día, menos 2 o 3 horas que sopló flojito del NW, "a la francesa".

A media tarde se nos hizo evidente que no llegaríamos a Les Sables d'Olonne antes de las 8 o las 9 de la noche. Llegar tan tarde a una marina es un mal rollo porque ya no están en las oficinas, y aunque te puedes amarrar y hacer los papeles el día siguiente, ese día no te dan la clave de la ducha ni del wifi y desaprovechas la tarde-noche, además de demorar tu salida el día siguiente. Por eso decidimos cambiar nuestro destino y quedarnos en el puertecito de Bourgenay, 6 millas antes de Les Sables d'Olonne. Su entrada sólo tiene un metro de calado y el interior del puerto entre uno y medio y dos metros. Es una de las ventajas de los barcos pequeños, poder entrar en estos puertecitos de paso. Nosotros entramos subiendo la orza y el timón sin ninguna dificultad y nos dieron una plaza comodisima. Además el personal suele volcarse contigo precisamente porque no tienen muchos visitantes. Llegamos justo a la hora del cierre y su responsable, Christelle, se quedó para atendernos y salió media hora después de su jornada. Lógicamente teniendo les Sables a 6 millas, el mítico puerto de la Vendé Globe, y con ese calado, no deben recibir muchos visitantes. 

Mañana intentaremos llegar a la Isla de Yeu.


miércoles, 24 de junio de 2015

Recorriendo la isla de Ré en bici.

Hola navegantes. Hoy tuvimos otro día de descanso y hemos ido a conocer la isla de Ré en bicicleta. La primera sorpresa fue que en el autobús no nos dejaran meter las bicis plegables si no iban dentro de su bolsa. Lógicamente las bolsas las habíamos dejado en Santander. Por mucho que insistimos no hubo forma de convencerles y no nos quedó más remedio que improvisarlas con las bolsas de las velas. Al parecer coló y nos dejaron meterlas en la bodega del autobús que por cierto iba vacía.

El puerto de Ré es precioso. Está en pleno centro de la capital de la isla y tiene una parte que se queda con más agua detrás de una esclusa para los barcos grandes, y otra que dejan la influencia de la marea para los barcos pequeños. Es un puerto casi circular en pleno centro.

Hemos recorrido casi toda la isla, más de 20 kilómetros con las bicis plegables y bajo un sol abrasador. Terminamos la excursión en el faro de las ballenas, en el extremo norte de la isla. Tiene dos torres, una de las cuales se utilizaba para avistar ballenas y la otra como faro. Desde este último se ve que a una o dos millas en el mar y al norte de la costa hay otra torre aislada como la isla de Oleron, señalando unos bajos. Ahora ya lo conocemos para la salida de mañana.

Hoy en la sección de perlas del pantalán en lugar de barco voy a enseñaros una bici y un coche. Observad que la bici debe de llevar abandonada varios años y no le han robado ni una rueda. Y el coche es una obra de arte hecha con cañas de bambú.

Mañana saldremos posiblemente con destino a Les Sables.

Un día de descanso en la Rochelle.

Hola navegantes.

Ayer pasamos el día conociendo la Rochelle. Por la mañana hice el incómodo trámite de denunciar el fraude de la tarjeta de crédito en la comisaría, y me encontré con la sorpresa de que ya conocían este "problemilla" en la gasolinera de Arcachón y otros cajeros de aquella ciudad y que la policía ya sigue la pista a los responsables. Pero lo inaudito es que el personal de la marina no nos lo advirtiera para no haber usado ese surtidor. Hasta ahora sólo había contado cosas buenas de esa marina por la buena acogida y la amabilidad del personal, pero ya no será lo mismo al ver su absoluta falta de reflejos para evitar que los navegantes nos metamos en un lío conocido por ellos. Habría bastado una advertencia....

Visitamos todos los sitios famosos pero yo me quedo con las curiosidades náuticas. Por ejemplo una de las 3 torres de la Rochelle, que en su día fue faro antes de prisión, y es el faro más antiguo de la costa atlántica. Además las luces de enfilación del canal de entrada a la Rochelle son una torre verde y una roja  (las luces lógicamente son blancas) y lo curioso es que la torre posterior, la verde, ha quedado integrada en el paisaje urbano pues han construido tanto alrededor que es como una casa más de la calle.

También aquí hay una perla del pantalán, un pequeño barco carguero que no navega, se usa como escenario de un teatro del esperpento, y fijaos qué mascarón de proa le han puesto: una cuchara y un tenedor.

Y en el otro extremo os enseño un barco, supongo su experimental, en que se ha sacrificado todo a la aerodinámica y ha resultado un esperpento casi peor que el anterior.

Hasta mañana, navegantes.

lunes, 22 de junio de 2015

Lo peor y lo mejor en el mismo día.

Hola navegantes.

Ayer fue también un día larguísimo. Salimos del Royan a las seis de la mañana porque teníamos que estar en la salida del estuario a las nueve y media con la pleamar. En las desembocaduras de los ríos lo más peligroso es cuando se enfrenta la fuerza de la marea y el agua que baja por el río con las olas del mar en dirección contraria, y eso suele ocurrir durante la marea vaciante, o sea, cuando baja. Por eso hay que estar en la desembocadura cuando la marea está terminando de subir o parada en pleamar. Pero claro, eso te obliga a llegar a la desembocadura luchando contra la marea que sube y te pilla de frente. Y en la desembocadura del Garona desde Royan son nada menos que 18 millas. Y nos las chupamos en 3 horas de motor al máximo y por suerte con un poco de ayuda de las velas porque había algo de viento. A pesar de ello una experiencia enervante, porque si no hubiéramos llegado y hubiera empezado a bajar la marea nos habríamos encontrado con las rompientes de frente, como nos paso en la vuelta a España en la salida del Guadalquivir.

En esas 3 horas daba pena oír trabajar al pequeño fueraborda Selva de 8 caballos acelerado a tope, como nunca le llevo, vibrando y queriendo salirse del agua en los bordos amurados a estribor, en que la escora del barco tiende a sacarle. Tuve que hacer como los regateros, redistribuir el peso de los objetos pesados del barco, como los depósitos de agua, para llevarlos a estribor y que evitasen la escora exagerada.

Pero lo conseguimos y salimos del estuario justo en el momento de la pleamar. Pero después de esas 18 millas de infarto nos quedaban aún 35 hasta La Rochelle. Eso en línea recta, porque con los bordos al final han sido 59. La primera mitad de la travesía el viento estaba muy flojo y necesitamos ayudarnos con el motor, pero a partir del mediodía salió el anunciado viento del noroeste y pudimos navegar en silencio. Y no sólo eso, al pasar la punta norte de la isla de Oleron nos agarró la corriente de marea hacia la Rochelle y navegamos sólo con las velas a más de 7 nudos, algo inaudito en este viaje. El que no se lo crea que mire la foto del GPS. Si la vela fuera siempre así no existirían las motoras.

El cabo norte de la isla de Oleron tiene un faro con las características rayas negras y blancas para distinguirlo del de la isla de Ré, y más al Norte una torre en mitad del mar, marcando un bajo rocoso, con los colores de la cardinal norte (negro sobre amarillo). Pues alrededor de la torre hay nada menos que 4 o 5 naufragios, algunos con los palos asomando del agua, que dan muy malos augurios. Y es que el cabo esta rodeado de bajos fondos que producen olas rompientes hasta una milla mar adentro. Nosotros ya lo sabíamos y a pesar de eso nos sorprendió verlas tan lejos de la costa y nos obligó a cambiar el rumbo previsto para no correr riesgos.

Llegando a la Rochelle nos cruzamos con su famosa cabaña sobre pilotes y con el faro Richelieu, pintado de rojo y que en realidades es la primera baliza roja del canal de entrada. Por VHF pedimos plaza de atraque, a poder ser en el puerto viejo, en pleno centro de la ciudad y tras pasar las famosas torres medievales. Para nuestra sorpresa nos dijeron que si. Ventajas de los barcos pequeños. El canal esta dragado a 80 cm y el puerto a 1 metro y los barcos grandes deben quedarse en el puerto de Minimes, antes de la Rochelle a estribor. Vamos a estar 3 días de lujo porque la tercera noche es gratis, y como pensábamos ir a la isla de Ré, que esta unida por un puente, iremos con las bicis vez de con el barco.

En la entrada a la Rochelle había traineras entrenando ynos sorprendió que el timonel iba como en una sillón con mucho respaldo. …¡son los chalecos salvavidas para toda la tripulación!.

Hoy y mañana nos quedamos en la Rochelle y el 25 seguimos hacia el norte.