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jueves, 28 de agosto de 2014

Dibucarta de la travesía a Suances.

Esta también está ya acertada y tiene dueño, pero como siempre la pongo por si alguien se quiere entretener en intentarlo.Un saludo.


martes, 26 de agosto de 2014

¿Pan tierno en un velero de 6 metros y sin horno?.

Parece difícil, pero la tentación de disponer de ese producto y de olerlo a media mañana mientras navegas es tan poderosa que se desarrolla la imaginación. En barcos que disponen de horno y una buena superficie de trabajo en la cocina es relativamente fácil, pues consiste en amasar la cantidad justa de harina, agua y levadura y ponerlo al horno el tiempo estipulado. Aún en esas condiciones es un trabajito duro y sucio. Pero en un barquito como el Corto Maltés, con la minúscula cocina, la escora habitual en las navegaciones, los pantocazos y la carencia de horno parecería casi una utopía.

Por eso en este viaje lo hemos intentado a partir del pan precocinado y envasado al vacío (0,85 € dos barras) que no precisa congelación ni siquiera mantener en frío antes de extraerlo del envase, lo que es una ventaja extraordinaria para nuestros medios a bordo (tampoco tenemos nevera).




Para sustituir el horno hemos utilizado la cazuela. Empezamos por partir la barra en dos trozos, no sólo porque entera no cabe en la cazuela, sino también para que el calor (que va a ser más escaso que en el horno) penetre mejor en la masa. Calentamos la cazuela en vacío y cuando quemaba pusimos el pan en su interior:


Luego apagamos el fuego y tapamos la cazuela con varias capas de manta para que conservase más el calor. En las instrucciones del pan sugería llevar el horno a 200 ºC y mantener unos 20 minutos; nosotros no sabemos qué temperatura cogió la cazuela pero por si acaso lo mantuvimos mucho más tiempo bajo la manta, toda la mañana de navegación.


Al sacarlo el pan estaba comestible, aunque le faltaba un punto de crujiente en la corteza y no olía mucho a pan:

Para las siguientes veces vamos a partir la barra en trozos más pequeños, y a recalentar periódicamente la cazuela en vez de darla un solo calentón, porque obviamente le ha faltado tiempo y temperatura. Pero el primer paso está dado y no vamos a parar hasta conseguir ese manjar a bordo. Ya os contaremos el resultado.

lunes, 25 de agosto de 2014

La navegación de dos días a otro puerto.

El fin de semana pasado fuimos con algunos de los grumetillos a la navegación de dos días fuera de la bahía de Santander. Siempre tiene una connotación especial por dormir fuera de casa, conocer un sitio nuevo y vivir la experiencia de llegar a un puerto y pasar la noche abarloados a un pesquero. Esta vez elegimos Suances, con una extensión, si lo permitía la marea, al puerto fluvial de Requejada.

La navegación de ida fué perfecta, con un viento suave de través, poca ola y un sol de justicia. La entrada a Suances tiene una barra que en bajamar o con mar de fondo forma rompientes muy peligrosas, y dejan un paso estrechísimo pegado al espigón de rocalla que delimita la orilla de babor de la canal. Fijaos el espectáculo que dibuja la guía Imray:

Pero claro, estas guías dibujan siempre la peor situación, para que no te arriesgues. Seguramente la foto está tomada en una bajamar viva y con olas importantes. En esa situación hay que estar muy apurado o rematadamente loco para entrar, porque cualquier fallo te echa contra las rocas, contra el espigón o contra las rompientes. Pero muchísimos días la entrada está con poca ola, sobre todo si llegas en pleamar, y no ofrece ninguna dificultad. Por otra parte está suficientemente cerca de Santander (15 millas, unas 4-6 horas a vela) para en caso de encontrar problemas, poder volver a Santander en el día.

Nosotros llegamos en el momento perfecto de la marea (una o dos horas antes de la pleamar) y además sabíamos que ese día, y el siguiente, casi no habría olas. Entramos a motor para no arriesgar, aunque en días similares hemos entrado incluso a vela para no tener que volver a izarlas dentro de la ría, y  pudimos hacer la navegación fluvial que habíamos planeado. El río Saja-Besaya, el que configura la ría de Suances, tiene un tramo de 4 millas navegable con embarcaciones de casi cualquier porte en pleamar (hasta hace poco entraban mercantes) y ningún puente cerca de la desembocadura que cierre el paso a los veleros, como el Río Cubas que comentamos otro día. Pero queda muy justito en bajamar, donde algunos meandros tienen solo 0,8 metros de fondo. Como además los fondos varían en pocos meses como consecuencia de los arratres y las riadas, no es aconsejable navegarlo con veleros de quilla fija y calado importante, y mucho menos con la marea vaciante, donde un encallamiento te retiene 12 horas. Además si encallas, la bajamar deja al descubierto un fondo fangoso y contaminado por las industrias de río arriba, nada aconsejable para pasar una noche encallado.

La contaminación, sin embargo,  es imperceptible en verano y en pleamar, en parte por el cese de actividad de Sniace y en parte por la parada ecológica de Solvay en los meses de verano. Además al hacer la navegación en marea creciente el mismo agua de la marea, que entra limpia del mar abierto, oculta los fondos fangosos que hay debajo. El sábado tuvimos la suerte de que se reunieran todas las circunstancias favorables, e incluso que el viento dominante fuera del Norte, con lo que entraba por la ría y nos permitió remontarla entera a vela. Sus orillas son una sucesión de prados, bosques, aldeas y pequeños embarcaderos artesanales, y los restos de tinglados portuarios de la época en que tenía tráfico comercial:


Al final llegamos a la isla fluvial de San Martín, a partir de la cual nos parece arriesgado seguir con el velero, y nos amarramos en el antiguo muelle de carga de Requejada. En este puerto estuvo muchos años abandonado el yate de Franco "Azor".


Después de vagabundear por sus instalaciones volvimos al puerto pesquero de Suances a pasar la noche, acompañando a la marea vaciante. Nos abarloamos a una fila de 3 pesqueros y después de todos los malabarismos que hay que hacer hasta llegar al muro, nos encontramos que el viento apartaba a la fila de barcos unos 6 metros del muelle. En cada desembarco teníamos que tirar a pulso de las amarras (que además trabajan en diagonal) para mover la masa de 3 pesqueros y el Corto Maltés unos 6 metros hasta el muelle, y una vez allí sujetarlos contra el viento mientras desembarcábamos todos. De todos modos también esto fué una experiencia interesante para los niños, al descubrir las pequeñas penalidades de la vida en un velero. Menos mal que no necesitábamos hacer agua ni gasolina ni bajar las bicis, porque habría sido especialmente difícil.



La noche fue tranquilísima y el viaje de vuelta fue el contrapunto a tanto bueno. En efecto, se levantó un viento de cara (del Nordeste) fuerza 4 y hasta 5 al mediodía, que levantaba borreguitos y marejada, y nos costó 6 horas hacer las 15 millas que nos separaban de Santander. Ya os imaginais que 6 horas de pantocazos y escora, navegando con la mayor en el primer rizo y el Génova al 50%, y en los peores bordos ayudados por el motor. A pesar de ello los grumetillos no se marearon, y aguantaron sin rechistar las incomodidades y el ayuno, pues no pudimos comer hasta estar a refugio dentro de la bahía, cerca de las 5 de la tarde.

En resumen, una navegación fabulosa y muy aleccionadora en diversos aspectos para los grumetillos que nos acompañaron. Otro día os contaré cómo hicimos el pan.

viernes, 22 de agosto de 2014

¿Quién era Corto Maltés?.

Para los que no lo hayan oido nunca, un personaje de cómic de Hugo Pratt, una mezcla de héroe y antihéroe con un perfil muy atractivo.

Hugo Pratt ideó la figura de Corto Maltés como nacido el 10 de julio de 1887 en La Valeta (Malta). Su padre era un marino británico procedente de Cornualles y su madre era una gitana, apodada "la niña de Gibraltar", nacida en Sevilla. Debido al Origen de su padre, Corto Maltés era súbdito británico, pero vivió buena parte de su infancia en Córdoba. Una amiga de su madre, una gitana llamada Amalia, se interesó por leer el porvenir del joven en la línea de la fortuna de su mano pero se dió cuenta de que Corto no poseía esa línea. Eso hizo que el muchacho se impresionase mucho y decidiera hacerse su propio destino. Con la cuchilla de afeitar de su padre se hizo una línea de la fortuna a su gusto. 

 En el año 1900 Corto Maltés viaja a China, en plena guerra de los Boxers (Junio-Agosto, 1900) y realiza su primera acción bélica destruyendo un cañón. Corto Maltés contaba entonces con trece años de edad. En la revuelta de Manchuria, a finales del año 1904, durante la guerra ruso-Japonesa (febrero 1904- Septiembre 1905) contrae amistad con Jack London que era entonces corresponsal de guerra. Conoce también a Rasputín, un desertor de la armada zarista, con el que se embarcará hacia África en busca de las minas de Oro de Etiopía. Pero se produce un motín en el barco y acaban yendo hacia Argentina, donde arriban en 1905.

  En 1907 Corto está en Italia, donde conoce a un tal  Djougatchvili, el futuro Stalin, que era entonces un modesto portero de un hotel. Gracias a esta amistad, Corto saldrá sin perjuicio de un mal paso, 14 años después, en “La Casa Dorada de Samarkanda”

  Vuelve a Argentina en 1908,  donde se reencuentra con Jack London. Entre 1908 y 1913 Corto hace escala en Marsella, en Túnez, en Las Antillas, va a Nueva Orleans, a la India y de Nuevo a China. Corto es en 1910 oficial de segunda en el Bostonian, un navío que hace la ruta entre Boston y Liverpool. A bordo del mismo Corto emprende la defensa de John Reed, futuro dirigente de la internacional comunista, que entonces no era más que un grumete, acusado por el capitán del barco de haber provocado la muerte de otro grumete. Corto consiguió demostrar la inocencia de Reed a la hora del proceso pero pagando el precio de pasar a formar parte desde entonces de la "lista negra" de capitanes. 

  Por lo que Corto se convierte en un pirata. En el año 1913 trabaja para el misterioso "Monje" en el Pacífico Sur. El 31 de Octubre se amotina la tripulación de Corto (con el fin de robar el armamento que transportaban) y es abandonado en medio del mar flotando a la deriva crucificado en una plancha de madera. A la mañana siguiente es rescatado por Rasputín, que también forma parte de la organización secreta del Monje. Una vez llegan a la imaginaria isla de la Escondida (169º de longitud oeste y 19º de latitud sur) Corto Maltés y sus compañeros se enteran del comienzo de la Guerra en Europa. Comenzarán así a traficar carbón en beneficio de los barcos alemanes. En esta aventura se ven implicados también Pandora y Caín, dos jóvenes primos que son rescatados por Rasputín. Y un día cualquiera de Enero de 1915 Corto Maltés y Rasputín dejan La Escondida en dirección a la isla de Pitcairn. 

   Comienzan entonces las aventuras sudamericanas. En 1916, en compañía del profesor de la Universidad de Praga Jeremías Steiner y de un joven llamado Tristán Bantam, en Brasil va a Salvador de Bahia y a la desembocadura del Amazonas. En 1917 se traslada a Saint-Kitts en las Antillas, a las Honduras-Brtiánicas (Belice), a Maracaibo en Venezuela, a Honduras, a las Barbados, entra en el delta del Orinoco y en la selva amazónica peruana.

  En 1917 Corto atraviesa el Atlántico y llega a Europa (Venecia). Después va al mar Adriático durante la batalla de Carporetto (24 Octubre 1917) a Dublín dentro de una Irlanda en lucha por la independencia, y a Stonehenge, en Inglaterra, en medio de las hadas y los cuervos charlatanes en el título “Sueño de una mañana de invierno”. En la primavera de 1918 Corto se halla en Francia donde asiste el 21 de Abril al final del Barón Rojo, abatido en el cielo. Las playas del mar del Norte ponen el fin a “Las Célticas”. 

  Cuando comienzan “Las Etiópicas” han pasado unos 12 meses como mucho, Corto Maltés se encuentra en Yemen. Cush el Guerrero Danakil, hace su aparición dentro del primer episodio “En el nombre de Alá compasivo y misericordioso”. El 13 de Septiembre pasa a la Somalia Británica, en “Un tiro desde las chumberas”. Vuelve a Etiopía (en “De otros Romeos y de otras Julietas”) y después realizará una incursión en el África Oriental alemana junto a los hombres leopardos. 

  Vuelve a Hong-Kong, donde vive en un barrio "de mala fama, en la parte baja... una zona llena de ladrones y de mujeres guapas". Corto se entera del final de la guerra el 11 de Noviembre de 1918. También se encuentra allí Rasputín, dentro de un gran impermeable, impaciente por vivir nuevas aventuras. Así comienza “Corto Maltés en Siberia”. Comandados por una sociedad secreta china, Las linternas Rojas, parten en busca de un convoy cargado de oro propiedad de la familia imperial rusa. Pero no será tarea fácil, porque es transportado en un tren blindado bajo el mando del almirante Kolchak. En 1919, Corto llega a Shangai, tras atravesar tres fronteras: Manchuria, Mongolia y Siberia. Una zona bastante problemática durante esta época, porque es el lugar de enfrentamiento entre los bolcheviques y las tropas de Rusia mantenidas por las potencias occidentales. Corto vuelve a encontrarse con  Von Ungern-Sternberg, el barón loco, siempre buscando la gloria en sus locuras. Tras la destrucción del tren del general Tchang en febrero de 1920 Corto vuelve a su casa de Honk-Kong. Ésta aventura asiática termina dentro de la provincia china de Jiangxi, en abril de 1920. 

  Tras volver de Asia, Corto Maltés hace escala en Venecia entre el 19 y el 25 de Abril para vivir una historia que parece sacada de una obra de teatro: “Fábula en Venecia”. En la siguiente aventura aparece en Rodas en busca de un nuevo tesoro. Corto llega a la isla del mar Egeo en Otoño. Aquí comienza un nuevo periplo a través de Asia  que le conducirá desde las costas turcas a las montañas afganas. Durante cerca de un año Corto parte a la búsqueda del tesoro de Alejandro el Grande. Desembarca en Adana, atraviesa Turquía hasta Van tras cruzar Azerbajian. Ahí es detenido por los soldados de la Armada Roja, se libra de ser fusilado por un comisario del pueblo un tanto expeditivo gracias a una llamada de teléfono a Stalin, a quien Corto había conocido años atrás. A continuación Corto atraviesa el mar Caspio y se reencuentra con Rasputín dentro del emirato de Boukhara. En Tadjikistan, los dos protagonistas serán testigos de la muerte de Enver Pacha, el 4 de Agosto 1922. Finalmente llegan a Afganistán donde se encuentra el tan buscado tesoro. “La casa dorada de Samarkanda”  llega a su fin cuando Corto y Rasputín atraviesan la frontera de Pakistán en compañía de una colonia de soldados británicos.

  Junio de 1923, Corto Maltés está en Argentina. En “Tango” investiga la desaparición de Louise Brookzowyc, quien había aparecido en "Fábula de Venecia". Él deberá tener cuidado con la organización "Warsavia", una red de prostitución para la que trabajaba la joven mujer. Corto se reencuentra con Butch Cassidy y Esmeralda, viejos conocidos y acabará con Estévez, el jefe de la policía responsable de la muerte de Louise. Deja Argentina la noche del 20 de Junio.  

  En 1924, Corto Maltés se pasea por los cantones suizos, recogido en “Las Helvéticas”. Con el profesor Steiner va a Montagnola junto al escritor Herman Hesse. A pesar de su escepticismo, Corto se confronta con la imaginación suiza. Soñando bebe el  filtro de Paracelso y se vuelve inmortal. Nos queda la duda... ¿Era de verdad un sueño?  En 1925 Corto Maltés, invitado por Leví Columbia, parte en busca de la Atlántida, el continente de Mú junto a Rasputín, en lo que sería la última aventura de Corto publicada. En Diciembre de 1928 Corto se encuentra en Harar, Etiopía, acompañado del novelista Henry de Monfreid y del paleontólogo y teólogo Teilhard de Chardin.

En 1936 se alista en las Brigadas internacionales y es partícipe por última vez de aventuras románticas en la guerra de España. En 1941, Cush dentro de la obra "Los Escorpiones del desierto" cuenta: "parece ser que desapareció durante la guerra de España". Pero desaparecer no quiere decir morir. Por otra parte Corto no muere durante la guerra de España. Así es la voluntad de Hugo Pratt, una voluntad mantenida a lo largo de sus numerosas entrevistas. Y el lector no puede dudar debido al comienzo introductorio de “La Balada del mar salado” donde aparece una pequeña carta fechada en 1965 que hace referencia a otra carta previa, firmada por Pandora en la que se cuenta que Corto y Tarao viven en la costa, y que son como tíos para los hijos de Pandora. También comenta que Corto se encuentra muy afectado por la muerte de Tarao "veo al tío Corto ir a sentarse solo al jardín, frente al mar, con la mirada perdida..." 

"En un mundo donde todo es electrónico, donde todo se encuentra calculado e industrializado, no hay lugar para un tipo como Corto Maltés" terminó confesando Hugo Pratt.

martes, 19 de agosto de 2014

El día de la pesca.

El sábado fuimos con los grumetillos a aprender a pescar. Les embarcamos en una motora con pescadores experimentados para estar seguros de que cogen algo (ya se sabe lo malos que somos los de vela para la pesca; Luis y yo en los 3 meses de la vuelta a España no pescamos una sola pieza).  La tarde fué preciosa, una meteorología clemente que permitió hasta una incursión fuera de la bahía buscando mejores caladeros. Pescaron 19 peces, incluyendo julias, cabras y porredanos. El tamaño no era espectacular pero suficiente para que lo pasaran bien y aprendieran algo.


Además embarcó una bióloga que les explicó la biología de los peces, sus hábitats y costumbres, y su anatomía y fisiología, que se complementó con la disección de uno de los ejemplares para estudiarlo mejor. En el estómago encontramos quisquillas y restos de las aletas de otros pececillos más pequeños.


Esta es la dibucarta de la pesca. Aunque ya la acertó un grumetillo y ya tiene dueño, la pongo para que os entretengáis intentando acertarla. Un saludo y hasta la próxima navegación, que será la travesía de dos días.


sábado, 16 de agosto de 2014

Dibucarta de Laredo.

Esta se la dedico a los navegantes de Laredo, a los que ayer contamos nuestra vuelta a España y nos acogieron con tanto interés y cariño. Es Otilio y se empieza a leer en la pierna derecha.


martes, 12 de agosto de 2014

CON LOS GRUMETILLOS AL RIO CUBAS.

El estuario del río Miera constituye un espacio natural que todo el mundo en Santander conoce como “Río Cubas”. Son los últimos meandros del río, sujetos a la influencia de la marea, que desemboca en la bahía. Es navegable unas cuatro millas a través de numerosos meandros que discurren entre un paisaje de pastos y tierras de cultivo, muchos de ellos ganados al mar mediante rellenos. El problema es el puente que cierra su entrada, porque impide el acceso a los veleros que no podemos pasar con los mástiles por debajo. Por eso la excursión al Río Cubas debemos hacerla en motoras.

Elegimos un día de pleamar viva, más de 100 de coeficiente, para garantizar el acceso hasta el final de su recorrido y evitar sorpresas desagradables con los bajíos. Como todas las rías, la cartografía es sólo aproximada y cada año o cada riada pueden modificar el calado en algunos puntos. Además hay que tener mucha precaución con los obstáculos inesperados, fundamentalmente árboles arrastrados por el río. Otra precaución es corregir la pleamar con un retraso de 1-2 horas respecto a lo indicado en las tablas (referenciado a la entrada de la bahía) que es el tiempo que tarda la corriente de marea en alcanzar la parte alta de la ría.

En los meandros debe buscarse la zona más profunda en la orilla que haga la curva mayor en cada concavidad del río. Las orillas tienen vegetación espesa, árboles enormes que recuerdan el Amazonas, y algunas viviendas particulares delatadas por embarcaderos rústicos. En un paisaje típicamente campestre más que marinero, desfilan por la borda campos de siega, pastos donde las vacas conviven con garzas y garcetas, caballos, rollos de siega ensilados en plástico, un convento que se refleja en el agua, y todo ello aderezado con las numerosas especies de aves acuáticas y de todo tipo que levantan el vuelo cuando se acercan las motoras. Al final de la zona navegable, cuando el agua es predominantemente dulce por estar poco influida por la marea, es posible ver tortugas tomando el sol, probablemente ejemplares abandonados de acuarios caseros que han encontrado allí su hábitat.

A mitad del recorrido hay una poza en el río y en su orilla unos árboles enormes, con una gruesa maroma (“la liana”) donde los niños juegan a Tarzán tirándose al río. Los días de crecida se añade el aliciente de que el agua está marrón, lo que da al baño cierto componente de transgresión de lo que les dejan hacer habitualmente. Cerca del final de la zona navegable hay una isleta que divide al río en dos, y en el siguiente meandro otra que le cierra totalmente, a partir de la cual sólo puede seguirse en piragua. Es el momento de dar media vuelta y emprender el camino de regreso.

Esta es la dibucarta del Río Cubas, de recuerdo de la navegación de ayer. Aunque estuvo toda la tarde amagando con llover y al final en efecto descargó, fue una tarde muy bien aprovechada.
 



lunes, 11 de agosto de 2014

sábado, 9 de agosto de 2014

domingo, 3 de agosto de 2014

Los deberes.

Sí, lo de los grumetillos de Valdecilla es un curso de vela y a veces les ponemos deberes. El último día les había puesto una tarea que me trajeron ayer. Como habíamos ido a los fuegos artificiales y les habíamos explicado las luces de navegación nocturna, las boyas y los faros, así como las banderas del código de señales, la tarea fue dibujar un barco de noche navegando por la canal, o una dedicatoria al capitán con el código de banderas. Fijaos alguno resultados:

Este niño ha pintado con muy buena perspectiva un velero en la puesta de sol, con las luces correctas,  algunos detalles como los obenques y los sables de la mayor, y ha escrito las partes del barco:


Esta niña puso bien las luces, hizo algo muy artístico y aprovechó para demostrar que es friki de Harry Potter:


Este niño entendió perfectamente lo que es una luz de sectores:


Este nos situó a nosotros en el barco, dibujó el génova (lo recordaba azul por la banda solar) y la botavara, y los fuegos artificiales de fondo:



Esta niña pintó el mismo barco desde cuatro perspectivas poniendo siempre bien las luces, y detalles como la línea de flotación, la bandera, la hélice, y hasta la orza, que no ha podido ver:


Esta trajo los deberes sin terminar pero promete, por el rigor con que está haciendo la línea de las velas, los sables, el estay y el bakestay, etc:


Y este, con 5 años, hizo perfecta la dedicatoria al capi y su propia firma:


Como veis, unos grumetillos extraordinarios. Estamos muy orgullosos de ellos.